Todo es posible

Dejarse ver

No les descubro gran cosa si les cuento que la mayoría de los asistentes que abarrotaron el salón del hotel donde se presentaban las memorias de Mariano Rajoy, En confianza, editadas por Planeta, no estaban allí por interés cultural o devoción al autor. Rajoy es el primero que lo sabe; lleva mucho tiempo en el oficio y conoce bien la fugacidad de los afectos. Exceptuando a su familia, a un puñado de amigos fieles y a quienes participaban en el acto por obligación profesional, el resto de los agregados iba en busca de un lugar al sol que más calienta. No me refiero tanto a los políticos que aspiran a figurar en un destacado puesto de las listas, formar parte del futuro Gobierno o presidir una buena comisión parlamentaria, como a los buscadores de momios laborales.

Durante los periodos de alternancia en el poder se produce una cantidad considerable de vacantes de asesores, consejeros, agregados y otros discretos cargos no electos, que suelen tener escasa responsabilidad y generosa remuneración. Este es el mejor momento de pillar un puesto en embajadas u organismos internacionales, aunque no hace falta salir del territorio nacional. A modo de ejemplo y sin señalar a nadie, formar parte de un consejo de administración de un organismo público, además de la distinción, lleva consigo ventajas muy suculentas en forma de dietas que, en algunos casos, superan los 100.000 euros anuales, una tarjeta de crédito para gastos de representación y un coche asignado con su correspondiente conductor. Para participar en el sorteo de estos chollos conviene dejarse ver en todas las celebraciones.

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