Todo es posible

El precipicio

Estoy entrenándome para vivir como los amish, cuyas sobrias costumbres conocemos mejor a través de Único testigo, de Harrison Ford; hace unos días la he vuelto a ver gracias a la recomendable programación de La Sexta 3. Hay que ir prescindiendo de artilugios electrónicos, viajes exóticos, fondo de armario, copas, restaurantes de moda y cualquier exceso consumista, ya digo, como en los viejos asentamientos de Pensilvania. Mejor será no tener nada que perder. Es la única salida posible después de escuchar a Alessio Rastani, el bróker golfo que se ha hecho famoso mundialmente por anunciar el Apocalipsis en la BBC. Los gobiernos no pintan nada. En uno año, vaticina, se hunden el euro y la Bolsa, y los pequeños ahorradores estarán en la ruina. Y esto es sólo el principio, termina augurando el personaje, mientras confiesa que él se forra a costa del derrumbe.

Lo único que explica que escuchemos las declaraciones de semejante caradura es el miedo que se ha propagado por el planeta como un virus letal. Estamos "panicados", dicen con bastante fundamento los psicoanalistas argentinos. Cuando no es un bróker desenfrenado el que nos mete el miedo en el cuerpo, es el presidente Obama que reprende a los europeos por no combatir la crisis financiera y perjudicar al resto del mundo. Quién fue a hablar. A veces, incluso, se pone de acuerdo con Christine Lagarde, la escueta directora gerente del Fondo Monetario Internacional, y amenazan a dúo con más ajustes para evitar la bancarrota. La única duda es saber si nos encontramos al borde del precipicio, como dijo Felipe González, o estamos ya al fondo del abismo.

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