Todo es posible

Pagar el rescate

Con toda la prudencia y discreción que nos reclaman los responsables políticos, expreso mi deseo de que el Estado consiga lo antes posible la liberación de Ainhoa Fernández de Rincón y Enric Gonyalons, cooperantes españoles secuestrados por hombres armados en Tinduf, junto a otra compañera italiana. Lo más eficaz sería que fueran liberados a cambio de nada, pero de no ser así, que no duden en pagar dinero por su rescate. Los voluntarios de las ONG que se trasladan a los países necesitados de ayuda humanitaria se juegan el tipo, e incluso la vida, por mitigar el hambre, alfabetizar, curar dolencias y, en definitiva, evitar el sufrimiento inmediato de los grupos de población más vulnerables, desposeídos de derechos elementales. Y de manera especial en los campamentos de refugiados saharauis, a quienes los gobiernos de España dejaron abandonados a su suerte o, lo que es peor, en manos de las autoridades marroquíes.

Tenemos algo más que un deber de gratitud con quienes actúan para paliar los efectos de la injusticia y la insolidaridad de la que todos somos responsables. De manera que si el rescate de los rehenes es el primer objetivo, el segundo sería reforzar las medidas de seguridad en las zonas de conflicto, el tercero acelerar la decisión de destinar el 0,7% del PIB a la ayuda al desarrollo y, mucho después, organizar del modo más eficaz posible la cooperación de los voluntarios, para evitar recelos hacia el modo de actuación de determinadas agencias humanitarias y, sobre todo, que sus captores, pertenezcan o no a una facción terrorista, los utilicen como moneda de cambio.

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