Todo es posible

Desengaño

Debo de ser de las últimas personas que ha perdido la confianza en Barack Obama. Todavía tengo el merchandising que me trajeron mis amigos de aquel famoso mitin de New Hampshire, cuando era senador y pronunció el Yes, We Can, cuya traducción libre viene a ser el todo es posible con el que encabezo la sección de este periódico. No lo voy a cambiar, aunque Obama haya defraudado no sólo nuestras expectativas, sino las de sus propios ciudadanos. La gota que colmó el vaso de la desesperanza ha sido precisamente que EEUU haya retirado su ayuda a la Unesco
en represalia por la admisión de Palestina entre sus miembros.

La decisión del premio Nobel de la Paz significa que el supuesto político más poderoso del mundo ha dejado de serlo hace tiempo, o tal vez que carece de la suficiente fuerza de voluntad para imponer sus criterios o, lo que sería muchísimo peor, que ha cambiado de ideas. Argumentan en su descargo que el presidente de EEUU está obligado a cumplir una ley de los años noventa que prohíbe contribuir económicamente a cualquier organismo de la ONU que admita a los palestinos.
Cada vez es más evidente que quien dejó todo atado y bien atado, tanto en este como en otros muchos asuntos cuyas consecuencias ahora padecemos, fue Ronald Reagan. Sería retórico preguntarse por qué si Reagan pudo imponerse, Obama no puede. Lo que más lamento no son las sanciones a la Unesco, sino que Obama participe esta semana en la cumbre del G-20 para impedir, en representación de Wall Street, que los europeos cumplan su promesa de imponer una tasa sobre las transacciones financieras. Vaya fiasco.

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