Como un solo pueblo contra el fascismo

Quim Torra

President de la Generalitat de Catalunya

"Democracia, libertad y civilización. El significado de estas palabras es más importante que nunca, ahora que nos enfrentamos al virtuosismo de las mentiras y a la tergiversación del significado de las palabras, que forma parte de la naturaleza del fascismo". Esta es una de las primeras reflexiones que hace Rob Riemen al imprescindible libro 'Para combatir esta época'. Y aquí es donde encontramos Catalunya y nuestro combate democrático. No debemos combatir siquiera una concepción antigua, monárquica y autoritaria de lo público, sino que tenemos que combatir la mentira, el engaño y, más peligroso que nada, la tergiversación de las palabras. Ya lo sabemos: el lenguaje es poder y quién lo controla o quién es capaz de manipularlo tiene capacidad para cambiar la percepción de la realidad.

Estos últimos meses -y me atrevo a decir estas últimas semanas- hemos visto un incremento notable de las agresiones, amenazas, intimidaciones y de la violencia fascista en nuestro país. Unos grupos de individuos agresivos han querido atemorizar a los activistas por la libertad de los presos políticos y el retorno de los exiliados. En algunos casos, han llegado a agredir físicamente a personas que colgaban lazos o instalaban cruces amarillas en las calles y en las plazas del país. He podido conocer de primera mano algunos de estos casos y quiero transmitir todo el apoyo y solidaridad con todos los agredidos. Esta violencia, como todas, debe terminar. Y exige una condena firme, sin matices ni equilibrios, por parte de todos. No puede haber nadie que quiera ser considerado demócrata que se calle, matice o justifique nada ante estos brotes de fascismo en nuestros pueblos y ciudades.

La policía catalana ha de hacer su trabajo. No debemos situarlo en el centro del debate político. Ni conviene ni es la estrategia inteligente si realmente se quiere que actúe con eficacia. Pero ciertamente, su actuación ante estos brotes debe incluir medidas preventivas y de detección precoz y medidas activas cuando se comete una agresión. Se debe evitar absolutamente que estos individuos enmascarados, violentos e intolerantes puedan tener ninguna sensación de impunidad. Y para ello hay sobre todo que la justicia actúe y tome esta cuestión como una prioridad de primer nivel.

La tarea profesional, eficiente y contundente de la policía y la justicia debe ir acompañada de una muralla democrática en el campo político y discursivo del país. Y eso incluye los medios de comunicación, los creadores de opinión y todo el que tenga un papel en la arena pública. Hay que hacer un cordón sanitario ante las actitudes fascistas que se han despertado últimamente. Sabemos que hay elementos que siempre han sido y que ha habido casos de agresiones y amenazas desde hace muchos años. Es evidente que España no ha hecho neto de este magma fascista y que la transición no hizo un corte seco con el pasado.

No lo podemos tolerar. No debemos dejar que se pase el huevo de la serpiente. La experiencia y la historia nos dará pistas bastante claras del riesgo de permitir estos comportamientos y de digerirlos como una normalidad puntual, o como una pequeña excepción intrascendente. Pido a todos los partidos políticos catalanes y españoles que condenen enérgicamente la violencia de estos grupos fascistas contra los independentistas. Que la condenen y que se comprometan a combatir el fascismo sin matices. No hace falta ser independentista para actuar con contundencia contra los violentos. Por el bien de todas las ideas y de todos los proyectos democráticos, no podemos dejar avanzar estas actitudes.

Nadie, ni aquí ni en el mundo,  duda del carácter completamente pacífico del movimiento independentista que estos últimos años se ha expresado en la calle con una pulcritud y un civismo ejemplar. El combate político debe estar comprometido sin fisuras contra el fascismo. No podemos aceptar discursos condescendientes, medias tintas ni justificaciones -aunque sean indirectos- de estos comportamientos violentos que hemos vivido en las calles de Catalunya.

Es nuestro deber y nuestro compromiso, por las grandes lecciones que nos da la historia, de combatir de raíz el fascismo. En Catalunya y en todas partes. Y por eso también valoramos y animamos los luchadores por la democracia y la libertad de todos los pueblos de España a combatir conjuntamente esta lacra histórica que nunca acaba de morir.

El gobierno pondrá toda la atención posible para frenar y hacer desaparecer el fascismo de nuestras calles. La policía catalana debe actuar con máxima eficacia contra estos grupos. Además, hay que impulsar un observatorio independiente contra el fascismo que documente las agresiones y los grupos. Exigimos que los políticos, del color que sean, se sumen a la trinchera democrática que siempre combate sin matices el fascismo. Y por último, pido a todos, a la ciudadanía, máxima responsabilidad y que, ante los casos de riesgo, se pongan en contacto con la policía para que sean los profesionales quienes actúen. Como en tantas otras cosas, contra el fascismo debemos ser un solo pueblo. Vamos.