Trabajar cansa

Pero, ¿no se marchaban?

         

 "La apertura de esta embajada marca una nueva era en las relaciones entre Irak y Estados Unidos" -Ryan Crocker, embajador de EEUU en Irak- 

        

Frente a las buenas palabras, hechos contundentes. Mientras aún resuenan las promesas de retirada de Irak que Obama hizo antes de su elección, la política exterior norteamericana sigue según lo previsto. Ayer inauguraron la nueva embajada de Estados Unidos en Bagdad, un gigantesco complejo de edificios que, con más de 1.200 empleados, se convierte en la mayor de las embajadas yanquis en todo el mundo. Una forma de decirle a los iraquíes: "si creíais que con Obama os dejaríamos tranquilos, aquí veis el tamaño de nuestros intereses".

Porque de eso se trata. ¿Para qué sirve una misión diplomática? Para proteger los intereses del Estado a quien representa. Y el tamaño de estas oficinas está en función de los intereses en cada país. Si la mayor embajada que Washington tiene en el mundo está en Bagdad, echen cuentas. Por un lado, se entiende que la oficina consular será la que más ciudadanos tenga que atender. ¿Llegarán miles de turistas en los próximos años? ¿O es que tras la foto oficial de la retirada seguirá habiendo miles de soldados estadounidenses, tanto en las bases permanentes como en plantilla de las empresas de seguridad privada?

Por otro lado, la oficina de intereses económicos de una embajada tan grande será la más atareada del mundo. Ayer, en la inauguración, una portavoz comentaba la aspiración de su gobierno a que en breve la embajada se parezca a otras delegaciones en el mundo, haciendo las mismas funciones, y entre los asuntos principales destacó las relaciones comerciales y el sector energético. Pues eso. Blanco y en botella. O sea, negro y en barril. 

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