Trabajar cansa

Un país de agraviados

                      

"Ni en público ni en privado acepto ninguna broma sobre Andalucía, ningún comentario jocoso sobre nuestra forma de hablar" -Javier Arenas, presidente del PP andaluz-

         

Como andaluz, hijo y nieto de andaluces, me siento muy ofendido por las palabras de la diputada Nebrera. Qué digo ofendido. Humillado. Maltratado. Pisoteado, escupido. Espero que la hayan expulsado ya del PP. Y que la fiscalía inicie acciones contra ella. Y que mis paisanos organicen manifestaciones. Por supuesto, que la declaren persona non grata. Que le tiren zapatos. Y si sigue en las filas del PP, que ilegalicen ese partido que ampara a enemigas de la convivencia que hieren la dignidad de un pueblo y etc.

Vale, reconozco que no me sale natural. Intento cabrearme, pero nada. Escucho una y otra vez las declaraciones de Nebrera y nada, no consigo verlo más que como un comentario idiota, que retrata a quien lo hace, y como mucho insultante para su destinataria, Magdalena Álvarez. Con esfuerzo puedo escuchar entre líneas una risilla burlona, propia de quien, supongo, habrá crecido viendo series de televisión donde la chacha siempre es andaluza y chistosa.

Pero de verdad, no entiendo tanto grito y tanta vestidura rasgada, tanta apelación a la dignidad herida. No entiendo esa hipersensibilidad tan extendida hoy en España y que multiplica los colectivos de agraviados, en éste y otros temas, provocando linchamientos públicos, retirada de campañas publicitarias y hasta acciones judiciales.

Con lo de Nebrera ya sólo falta que creen un observatorio estatal, o que legislen sobre el tema. Que penalicen las bromas sobre particularidades regionales. Qué país.

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