Trabajar cansa

Aborto sí, pero público

                                     

 "La nueva ley sólo traerá más muertes, más sufrimiento para las mujeres y más ingresos para las clínicas abortivas" -Ignacio Arsuaga, portavoz de Derecho A Vivir- 

                                

 El comando ultra lleva semanas preparándose para una nueva batalla: llega la reforma legislativa que intentará sacar el aborto del código penal. Así que ya tenemos entretenimiento para otra temporadita, con manifestaciones, misas callejeras y despliegue propagandístico.

No faltará de nada. Incluso han contratado ya anuncios en una línea de autobuses madrileña, con el lema tramposo de "Aborto no. Contra la discriminación de las personas discapacitadas", y que llevarán la frase "¿Por qué tú puedes nacer y yo no? Todos somos iguales. Aborto no", imaginamos que ilustrada con una foto de un bebé sonriente, aunque no descartamos que usen imágenes de un feto descuartizado si les dejan.

¿Recuerdan la campaña de acoso contra las clínicas de interrupción del embarazo? ¿Y aquellos dirigentes políticos hablando de trituradoras donde entraban niños de teta? Esperemos no tener que soportar otra ofensiva como aquella, pues el tema del aborto requeriría un debate tranquilo, donde en efecto escuchemos a los expertos y luego puedan hablar las principales afectadas, que no son los niños asesinados por millones de que hablan los ultras, ni los discapacitados nonatos, sino las mujeres, que al trauma personal que supone un aborto tienen que sumar la estigmatización, la clandestinidad, la persecución.

Por eso, más allá de fijar hasta qué semana será libre el aborto, o los supuestos a contemplar, cualquier reforma del asunto debería pasar por poner fin a una grave anomalía: la imposibilidad de las mujeres a ser atendidas en la sanidad pública. Empecemos por ahí.

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