"Estamos revisando nuestra política hacia Cuba para mejorar la vida del pueblo cubano" -Timothy Geithner, secretario del Tesoro de EEUU- 

 Uno de los asuntos que más expectativas despertaron con la llegada de Obama es el relativo a las relaciones de Estados Unidos con Cuba, tras cinco décadas de hostilidad. Por eso ha merecido atención que el Senado acabe de aprobar, a propuesta del gobierno, medidas para "suavizar" el embargo a la isla.

Si nos quedamos en el titular, podemos tomarlo por un primer paso en esa dirección. Pero la noticia es otra. Lo que las medidas aprobadas enmascaran bajo esa "suavidad" es lo verdaderamente importante: que el embargo sigue vigente.

Por supuesto es un avance que los cubanos residentes en Estados Unidos puedan viajar una vez al año a la isla, en vez de cada tres años como hasta ahora. Pero lo fundamental es que, aunque se suavice, se mantiene la restricción para viajar, cosa que no ocurre con ningún otro país del mundo.

La segunda parte de la noticia es que se permitirán las exportaciones de alimentos y medicinas. Lo que la noticia no deja ver es que tales exportaciones seguirán produciéndose en condiciones muy estrictas, previo pago al contado y con supervisión norteamericana. Todo lo que se salga de ahí seguirá expuesto a duras sanciones. Los barcos que pasen por Cuba seguirán sin poder atracar en puerto estadounidense.

Lo que la noticia sobre la "suavización" del embargo disfraza es que hace unos días el gobierno de Obama multó con 21.000 dólares a una empresa norteamericana por vender a la isla. ¿Adivinan qué vendió? ¿Misiles? ¿Uranio? Nada de eso: productos lácteos.

Después de cuarenta y siete años de embargo, lo de la suavidad es una mala broma.