Trabajar cansa

Los linces no se bautizan

 "Si muchas especies tienen una alta protección incluso penal, por qué se ha de proteger menos la vida humana" -J.A. Martínez Camino, portavoz de la Conferencia Episcopal- 

                                    

 A falta de mejores argumentos contra la reforma del aborto, los obispos apelan a nuestro ecologismo. Desde hoy podemos ver vallas publicitarias por todo el país con la foto de un bebé gateando junto a un cachorro de lince. El mensaje de la campaña –que los linces están más protegidos que los niños- debió de surgir al final de un agotador brainstorming episcopal, cuando ya todos los participantes estaban tan cansados que daban por buena cualquier cosa, así que seamos comprensivos.

La idea no está mal, aunque tampoco es original. Los trescientos científicos que hoy presentarán un manifiesto contra una ley de plazos del aborto también hablan de "una sociedad indiferente a la matanza de cerca de 120.000 bebés al año"; poderosa imagen que nos remite subliminalmente a las focas apaleadas por los comerciantes de pieles.

Por esta vez, sin embargo, hay que reconocerle una parte de razón a la Conferencia Episcopal. Es verdad que en muchos sentidos el lince está más protegido que ese niño rubio y sonriente del anuncio. El lince por ejemplo, y por mucho que sus padres linces se empeñasen, no puede ser bautizado e inscrito en una iglesia de la que luego cuesta tanto borrarse; ni puede recibir clases de religión por decisión familiar, ni tendrá que financiar a los obispos cuando sea mayor. Hay días que dan ganas de ser un lince.

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