Trabajar cansa

Necesitamos un chivo expiatorio

"Hay crisis porque unos individuos, brokers, especularon, nos hicieron creer que había un mundo artificial" -Celestino Corbacho, ministro de Trabajo- 

                                         

 En situaciones de conflicto, la figura del chivo expiatorio ha demostrado siempre su utilidad para encauzar los sentimientos colectivos. Nada como un culpable con rostro al que señalar, insultar y escupir. La crisis económica, por ejemplo, sería mucho más digerible si hubiera alguien apedreable.

Los norteamericanos, que siempre van por delante, ya han encontrado un culpable mediático: el estafador Bernard Madoff. No es peor que otros, pero le ha tocado cargar con su culpa y la de los demás. Le puede caer cadena perpetua, aunque no descartemos la silla eléctrica, que es más vistosa.

Madoff es un malo de película, y se aplica en el papel, incluyendo su confesión y su arrepentimiento. Lo suyo es pura redención: con su tormento libra de culpa colectiva al capitalismo como sistema. Su crucifixión incluye hasta una caricatura televisiva en la que Triki, el monstruo de las galletas, estafa a Epi, para que lo entiendan hasta los niños.

En España deberíamos encontrar un chivo expiatorio cuanto antes, no sea que la gente empiece a pedir cuentas donde no deba. Si hay algún voluntario, que dé un paso adelante. Es un trago, lo sabemos, pero sus compañeros de rapiña sabrán compensarle el sacrificio. Como aquí lo de los brokers nos cae muy lejos, nos conformaríamos con un banquero, un constructor o un ministro.

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