Trabajar cansa

Para algo tenía que servir el paro

"Desde el PSOE no vamos a mirar a otro lado ante los desempleados; los socialistas estamos con las familias para protegerlas." -Leire Pajín, secretaria de Organización del PSOE- 

                      

Nada como una hambruna para que durante varias décadas los supervivientes se coman lo que les echen. "Tenías que haber pasado tú una posguerra", decían los abuelos rebañando el plato del nieto caprichoso. El recuerdo del hambre pasada espoleaba el apetito de dos o tres generaciones, como la pobreza vivida estimula el ahorro de por vida. 

De la misma forma, nada como una tasa de paro dramática para que los trabajadores acepten lo que les pongan por delante. El desempleo de finales de los ochenta y primeros noventa, que pasó del 20%, dejó el mercado laboral suave, suave. La amenaza del paro facilitó la desregulación laboral, y ahí llegaron los contratos basura, las ETTs, la pérdida de poder adquisitivo, las subcontratas y los autónomos a la fuerza. Los trabajadores se comían lo que les pusieran por delante, y rebañaban el plato sin rechistar. 

Después vinieron unos años en que el paro dejaba de ser la primera preocupación de los españoles. Algunos hasta veían el pleno empleo a la vuelta de la esquina. Acuérdense, fue hace nada. Los trabajadores seguíamos aceptando condiciones de mierda, pero había riesgo de que empezáramos a relajarnos, a volvernos caprichosos, tiquismiquis. El recuerdo del paro desbocado ya no coaccionaba tanto, y llegaban nuevas generaciones para los que aquello eran batallitas del abuelo. 

Así que aquí estamos de nuevo, con paso firme hacia otro 20% de paro o más. Unos pocos años de miedo a acabar en la cola de la oficina de empleo, y queda garantizada la paz social por otra década. Se nos quitarán las tonterías, nos pondremos derechitos y diremos que sí a todo. Productividad, lo llamarán. Y hasta daremos las gracias, ya verán.

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