Trabajar cansa

En Madrid las farolas no envejecen

"Van a encontrar una ciudad viva, que gusta en comparación con otras. No les presentamos una ciudad de cuento de hadas" -Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid-

 

Supongo que los delegados del COI que visitan Madrid para evaluar la candidatura olímpica se habrán dado un paseo por sus calles principales. En tal caso, habrán encontrado todo precioso y nuevísimo, e imagino que cuando vuelvan a sus ciudades encontrarán todo feo y viejo.

Es algo que me ocurre a menudo cuando viajo. Estos días, por ejemplo, estoy en Alemania, y paseando todo me parece añoso, gastado: los semáforos, las farolas, las señales, las papeleras, todo el mobiliario urbano.

Es algo común a muchas ciudades españolas, pero sobre todo Madrid. La pregunta es: en los últimos años, ¿cuántas veces han cambiado las farolas, bancos o paradas de autobús? ¿Cuántas veces se ha levantado el acerado y remodelado las mismas calles? Cuesta encontrar un elemento urbano que tenga más de un año, a diferencia de otras capitales, donde su vida útil es más prolongada y gastan los recursos en otras cosas.

Madrid es campeona en maquillaje urbano. Está siempre lista para pasar revista, es la envidia de los visitantes, aunque a cambio no tengamos ni una mala guardería pública, y el equipamiento de los barrios sea lamentable.

El fenómeno no es sólo madrileño, más bien español. Ahí está nuestro Ave, admirado por Obama, pero que a su paso devora el resto de la red ferroviaria. No sé cuántos kilómetros de alta velocidad hay en Alemania, pero las conexiones entre ciudades son muchas y buenas.

Conozco muchas ciudades europeas con semáforos viejos y donde los parques no tienen bancos de diseño. Tampoco te encuentras un edificio singular y premiadísimo a cada paso. Pero me parecen más habitables que ese Madrid siempre de estreno. Aunque supongo que los fabricantes de bolardos y marquesinas no estarán tan contentos como en la generosa España.

Más Noticias