Trabajar cansa

No queremos más chapitas

"Los valores y principios europeos nos unen a todos; la tolerancia, el pluralismo, la paz, la libertad, la justicia o la solidaridad" -Pedro Castro, presidente de la FEMP-

 

Mi generación -nacidos en los setenta-, fue educada -adoctrinada más bien- en el entusiasmo europeísta. Así que alguien ha debido de hacer mal las cosas para que hoy, Día de Europa, no estemos en la calle celebrándolo con banderitas azules.

Crecimos rodeados de merchandising comunitario, pues cada poco tiempo nos regalaban globos, chapas o recortables que reproducían las estrellitas. Supongo que nuestra ilusión infantil era comparable a la de aquella democracia joven que veía en Europa la posibilidad de quitarse las telarañas y dejar atrás el oscuro siglo XX.

Pero como los globos se desinflan pronto, durante años el idealismo fue acompañado con oportunos mensajes pragmáticos, más convincentes que tanta chapita: de Europa venía todo lo bueno, a ella debíamos la modernización del país, nuevas infraestructuras, ayudas millonarias, viajar sin fronteras.

Pero con el tiempo, ay, nos hicimos mayores, también la Unión Europea, y el sueño se fue amarilleando. De repente, de Bruselas llegaban noticias que amargaban el dulce: restrictivas cuotas de producción agrícola, directivas antipáticas de obligado cumplimiento, y hasta una guerra (Kosovo) que casaba mal con aquellos globitos de nuestra infancia. Además, los gobiernos cogieron la costumbre de culpar a "Europa" para justificar las medidas más impopulares.

Todos tenemos ya una edad en la que no valen las palabras bonitas. En estos años hemos visto muchas cosas que no nos gustan, y se nos ha enfriado el entusiasmo. Así que, si quieren que votemos en junio y que recuperemos algo de confianza, será mejor que nos cuenten algo más interesante, y no nos den más pins.

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