Trabajar cansa

Hay violencias y violencias

"Repito a todos que deben estar serenos y seguros. El amor siempre vence sobre la envidia y el odio." -Silvio Berlusconi, primer ministro italiano-

         

Voy a escribir sobre Berlusconi, así que vayan por delante los gritos de rigor: la violencia es detestable en todos los casos, la violencia es incompatible con la política, y condeno tajantemente esta vergonzosa agresión. ¿Les parece suficiente? Los he tomado prestados del presidente Zapatero, que sabe decir muy bien estas cosas.

Tras los obligados juramentos, libre de sospecha, podemos hablar en serio. ¿Alguien se atreve a desmarcarse en público del forzoso clima de solidaridad con el agredido? Vale, ya sé que en Internet circulan chistes y adhesiones, pero todo anónimo. En público, sólo buenas palabras y condenas, y si alguien se atreve a señalar el ambiente violento creado por el propio Berlusconi, pone por delante los mencionados gritos de rigor.

Ah, es que ahora no es el momento de criticar a Berlusconi, porque estaríamos justificando la agresión, me dicen. Pues discrepo: ahora es el momento, justamente ahora. Porque como escribe Zizek, si nos quedamos en las formas visibles de violencia, y obviamos otras formas de violencia menos evidentes, aquéllas aparecen como explosiones aisladas e irracionales, pues resaltan sobre un fondo de nivel cero de violencia. Es decir, un loco que tira una pedrada.

Y en Italia el nivel de violencia no es precisamente cero. Berlusconi es un gobernante violento. Debutó con la terrorífica represión en la cumbre de Génova de 2001 (recuerden a Giulani y el brutal asalto a la Escuela Díaz), y desde entonces ha usado el miedo y la xenofobia como arma política, ha forzado las leyes, y ha extendido un clima de odio desde sus medios (pavorosa la portada de Il Giornale). Ah, pero hay violencias y violencias, como hay víctimas y víctimas. Qué tolerantes somos.

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