Trabajar cansa

El bólido del apocalipsis

"En el ranking de países con más riesgo de terrorismo, Irak vuelve a ser el país más peligroso de mundo." -Índice de Riesgo de Terrorismo de Maplecroft-

              

Si, como suele decirse, el terrorismo es la guerra de los pobres, entonces el coche bomba es su fuerza aérea. Así lo afirma Mike Davis en su último libro, El coche de Buda. Breve historia del coche bomba, lectura obligada para quien quiera entender el infierno que es hoy el planeta por acción del terrorismo y la guerra (que, completando la frase de arranque, es el terrorismo de los ricos).

El Buda del título no es, por supuesto, el pacífico inspirador del budismo, sino Mario Buda, un furioso anarquista italiano que una mañana de 1920 inauguró la era del coche bomba: nada menos que en Wall Street, con un coche de caballos cargado con dinamita y metralla, matando a más de cuarenta personas en el corazón financiero del capitalismo.

A partir de ese primer atentado, el arma terrorista no ha dejado de evolucionar, aumentando su capacidad mortífera, y manteniendo esa sencillez que lo hace universal, asequible e incontrolable. Como cuenta Davis, cualquiera puede fabricar uno con pocos conocimientos y usando fertilizante u otros productos de venta libre.

Su éxito, que compara en potencia y daño con los bombardeos aéreos de los ejércitos regulares, es evidente en todo el mundo. No hay más que mirar al "pacificado" Irak, donde en 2009 murieron 4.500 personas; Afganistán, o decenas de países que en los últimos años han conocido desde bicicletas hasta camiones bombas.

Pero si Buda fue el precursor, los verdaderos impulsores del coche bomba como arma de guerra urbana fueron quienes después se han convertido en sus víctimas. Así, leyendo a Davis descubrimos que los yihadistas de Al Qaeda usan en su adiestramiento manuales terroristas de los judíos sionistas que perfeccionaron el coche bomba contra británicos y palestinos en los cuarenta. O que los afganos fueron instruidos por la CIA y la inteligencia pakistaní para atacar a los rusos en los ochenta; unos conocimientos que hoy emplean contra sus antiguos maestros.

Como concluye Davis, en este sangriento siglo XXI "el coche de Buda se ha convertido en el bólido del apocalipsis.

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