Trabajar cansa

Si te pillan, mejor a lo grande

"Resulta imposible que con los ingresos declarados pueda acumular tal patrimonio y con un tren de vida de absoluto derroche y ostentación." -Auto de Medidas Cautelares sobre Jaume Matas- 

                      

Si un día ustedes son tentados por algún diablo con bigotes, que les propone un negocio turbio para trincar dinero del presupuesto público, ¿hasta dónde robarían? ¿Una cosa discreta para que no se note mucho, o en plan barra libre y con todos los ceros que quepan en la cuenta suiza? Y una vez conseguida la pasta, ¿pondrían cuidado en que el aumento de su nivel de vida pareciese gradual para no llamar mucho la atención, o comprarían escobillas de plata y relojazos horteras? 

Los ingenuos, los que nunca conseguiremos ser dignos de una fianza de tres millones, nos sorprendemos al ver el alocado enriquecimiento de los implicados en casos de corrupción: palacetes, garajes llenos de cochazos, joyas, vinos caros, decenas de zapatos y bolsos. "Normal que les pillen", decimos, "si es que lo hacen con demasiado descaro." 

Pues estamos equivocados. La consigna del corrupto, del corrupto pata negra, es otra: ya que me pueden pillar, que me pillen a lo grande. Si he de acabar reo por ladrón, mejor haber robado cien que diez. Total, las penas no van en proporción a lo trincado, pues el código penal establece penas máximas para todos los delitos, y no te caerá el doble de cárcel por robar el doble. Eso sin contar con que cuanto más dinero pilles, mejores abogados podrás pagar, de esos que saben buscar las triquiñuelas para reducirte la condena, anular pruebas o demorar el proceso hasta que acabe prescribiendo. 

Pero además, supongo que debe de haber una línea crítica: una frontera que, una vez la cruzas, ya nada te detendrá, adiós al disimulo. Hasta cierta cantidad de dinero robado, te da todavía un poco de apuro, tienes cuidado para que no te pillen. Pero un día rebasas ese límite, te das cuenta de que ya no hay manera de justificar el botín que te has levantado, y que te pueden acabar descubriendo. Así que ya da lo mismo, la avaricia se desboca y decides que, si te tienen que pillar, mejor que te pillen a lo grande; y así también, mientras no te atrapen, te pegarás la vidorra. Y que te quiten lo bailao.

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