Trabajar cansa

¿Quién quiere jubilarse, pudiendo trabajar más?

"Tenemos que elegir entre unos pensionistas más pobres, unas cotizaciones más altas o más gente trabajando más y durante más tiempo." -László Andor, Comisario Europeo de Empleo y Asuntos Sociales-

 

Por las mañanas el parque de mi barrio se llena de abuelos columpiando a sus nietos, mientras los padres trabajan. Yo los veo y me pongo de mala leche: ¿por qué no están trabajando en vez de estar ahí tomando el sol? ¿Acaso les duele algo? Porque digo yo que si tienen fuerza para empujar un columpio, también la tendrán para llevar una bandeja o apretar tornillos, ¿no? Además se aburren como condenados, sólo hay que verlos. ¿No estarían mejor trabajando sus ocho horas diarias?

Menos mal que la Comisión Europea, siempre preocupada por nuestra felicidad, se está planteando arreglar ese desaguisado, al menos para los viejos del futuro. Es decir, para nosotros. Porque cuando proponen aumentar la edad de jubilación a los 67 en 2040, y a los 70 en 2060, nos parecen fechas lejanísimas, como de ciencia ficción. Y qué va, es nuestra vida: 2040 es el año en que yo podría jubilarme.

Por supuesto, a esa edad estaré hecho un chaval, seguiré calzando deportivas y jugando a la play, así que encantado de que me concedan el privilegio de seguir trabajando un par de añitos más de lo previsto, o los que hagan falta. Por mí como si tengo que trabajar toda la vida, qué felicidad.

En realidad, esa es la verdadera "esperanza de vida" de mi generación: trabajar hasta el último día, pues damos por hecho que no habrá pensiones para nosotros. Llevamos años consumiendo el mismo discurso, y ya no nos alarma. No hace falta ni que nos lo digan, ya echamos nosotros nuestras propias cuentas: entre años en paro, precariedad, economía sumergida, autónomos, mileuristas y submileuristas, a ver quién es el guapo que completa el mínimo de años cotizado antes de los 90, y qué pensión te queda.

Dice la Comisión Europea que el sistema actual es insostenible porque vivimos más años. Pero como ha expuesto una y otra vez Vicenç Navarro en estas páginas, el debate no es demográfico, ni siquiera económico. Es un asunto político.

Sólo veo una pega a ese delicioso porvenir: si nosotros seguimos trabajando, ¿qué abuelos columpiarán a nuestros nietos mientras sus padres trabajan?

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