Trabajar cansa

Esfuerzos en un mundo sin esfuerzo

"Dentro de unos años veremos que la crisis ha sido superada, aunque sin duda necesitará de esfuerzo, trabajo, dedicación y por supuesto sacrificio." -Celestino Corbacho, Ministro de Trabajo- 

                   

De la crisis no vamos a salir como quien da un paseo. Al contrario, nos va a doler, ya le está doliendo a muchos. Ése es el mensaje que desde hace meses repiten nuestros gobernantes: hay que hacer esfuerzos, sacrificios, ajustarse, apretarse el cinturón, soportar lo que nos echen a la espalda.

Pese a la insistencia en estos mensajes "motivadores", me da la sensación de que todavía no nos damos cuenta, no nos hacemos a la idea de lo que viene, de qué hablan cuando dicen esfuerzos y sacrificios. Y no sólo porque estemos en desacuerdo con la salida elegida, ni porque nos parezca injusto el reparto de sacrificios propuesto. Es que, además, es un lenguaje que no entendemos bien, que nos resulta extraño, al que no estamos ya acostumbrados.

Piénsenlo: antes de la crisis, ¿cuándo fue la última vez que alguien les pidió un sacrificio o les advirtió de que conseguir algo sería doloroso? No es que viviésemos en un mundo fácil, ni que todo estuviese al alcance de la mano, nada de eso. Pero cuanto de esfuerzo, cansancio o desgaste tiene la vida había sido disfrazado, invisibilizado, para crearnos una ilusión de sociedad de consumo cuyas necesidades y apetitos se resuelven cómodamente. Una ilusión falsa, por supuesto, pues seguía existiendo el esfuerzo, y el sufrimiento, sobre todo para algunos.

En muchos casos esta cultura indolora llega a extremos idiotas. Miren toda esa publicidad que aún nos rodea, llena de promesas milagrosas, de éxitos garantizados con el mínimo esfuerzo. Aprenda inglés con solo mil palabras, pierda peso sin pasar hambre, consiga un cuerpo diez sin moverse de sofá. Un mundo lleno de facilitadores, mediadores, ángeles que nos resuelven cualquier cosa, lo mismo una avería, un viaje o un divorcio, lo mismo cocinar que hacer un regalo original sin partirse la cabeza.

Todo esto puede parecer anecdótico, sí. Pero hemos interiorizado todas esas promesas, ese espejismo de sociedad sin dolor, sin conflictos, sin suciedad. Y hoy, cuando nos anuncian sacrificios, no somos conscientes de que va en serio. Y que va a doler.

Más Noticias