Trabajar cansa

ETA echa cuentas y no se decide a cerrar

"ETA para porque no puede más. Decidió parar hace meses porque tiene una debilidad extrema. Pero para ETA es muy importante no aparecer como débil." -Alfredo Pérez Rubalcaba, Ministro del Interior-

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No hay duda de que ETA está en las últimas, agonizando, a punto de expirar. No hay más que ver la escasa repercusión que sus palabras han tenido: portada en todos los diarios españoles y en los principales europeos (incluido algún editorial), y además etiquetada en éstos como "grupo separatista", "organización independentista" o "banda armada".

ETA está tan debilitada que se pasa por el forro los llamamientos de sus propias bases, a las que responde con una nota marciana y decepcionante. Está tan acabada que vuelve a marcar la agenda política, en un momento en que además sus bases han recuperado protagonismo político y han logrado revitalizar el "proceso", atrayendo al mismo a otros partidos vascos y mediadores extranjeros.

Lo que quiero decir es que no todo son debilidades en ETA. Es cierto que está asfixiada, que no puede sacar una furgoneta y que sus miembros caen de cuatro en cuatro. Pero junto a esas flaquezas conserva todavía algo de fuerza que, si bien no le sirve para ir muy lejos, sí retrasa su desaparición.

Es evidente que las debilidades son abrumadoramente mayores que las fortalezas, y que si se hiciesen a sí mismos un análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) saldrían todos con las manos en alto de inmediato. Pero mientras les quede algo a lo que agarrarse no es esperable que echen la persiana de un día para otro. Si fuera una empresa diríamos que está en quiebra. Pero sabemos que hay empresas arruinadas que aguantan contra toda lógica porque, tras echar cuentas, deciden que les sale más caro cerrar que seguir funcionando, aunque sea tan precariamente.

ETA sabe que no tiene futuro, pero cree que todavía le merece la pena aguantar un poco, aunque sólo sea por limitar perdidas y sacar algún beneficio, por pequeño que sea. Medio siglo no se liquida en un rato, y habrá que convencerlos de que trae más cuenta cerrar, que cada día que pasa tienen más que perder (más cárcel, más aislamiento, menos espacio para sus reivindicaciones). Creo que a eso se vienen dedicando algunos en el País Vasco en los últimos meses. Esperemos que éste sea un primer paso, por corto que sea.

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