"Observo cierta prevención hacia las privatizaciones que se pueden hacer desde el PP, y no con la barra libre de Zapatero para loterías y Aena." -Manuel Cobo, vicealcalde de Madrid-
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Con las privatizaciones pasa como aquello que decía Thomas De Quincey en Del asesinato considerado como una de las bellas artes: uno empieza por asesinar a alguien, después piensa que robar no es para tanto, de ahí se pasa a la bebida, y es capaz de llegar a perder los buenos modales, porque "una vez empezada esta marcha cuesta abajo, no se sabe nunca dónde hay que pararse."
Pues siguiendo ese humor negro por el que alguien empieza asesinando y acaba no dando los buenos días al vecino, la política de privatizaciones sigue una cuesta abajo muy parecida: uno empieza "externalizando" o "estableciendo la gestión indirecta" de lo más gordo, como la sanidad pública, y ya no sabe dónde hay que pararse, es capaz de acabar privatizando las piscinas y las pistas deportivas.
Es más o menos lo que está pasando en Madrid, donde los trabajadores de los polideportivos están en pie de guerra tras el anuncio del ayuntamiento de que privatizará una de las instalaciones más emblemáticas, la de Chamartín, que previamente ha sido reformada para que la empresa que venga se la encuentre bonita. Como temen los empleados, el fin de la gestión pública sería sólo un primer paso para hacer lo mismo con el resto de centros, como ya ha ocurrido con algunos de nueva construcción.
El problema es que llueve sobre muy mojado. Siguiendo la lógica burlesca de De Quincey, cepillarse las piscinas es como dejar de dar los buenos días, si tenemos en cuenta que previamente se ha privatizado en Madrid todo tipo de servicios e instalaciones públicas por parte de ayuntamiento, comunidad y gobierno central, incluida la sanidad, que sería el equivalente al asesinato en De Quincey y que cada vez está más asediada.
Es cierto que ese PSOE que critica que el ayuntamiento no dé los buenos días tiene poco de qué presumir en cuanto a malos modos privatizadores, pues ha hecho cosas similares allí donde han gobernado –como ahora con los aeropuertos-. Pero que los dos grandes partidos pequen de lo mismo no quita para que denunciemos a quien ayer presumía de proyecto olímpico y hoy se carga el deporte popular.
Comentarios
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