Trabajar cansa

La oscura factura de la luz

"Tendrá que haber nuevas subidas. No podemos vivir en esta especie de isla paradisíaca donde pagamos menos de lo que cuestan las cosas." -Javier Villalba, director de Iberdrola Distribución-

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La luz siempre ha sido un misterio para la mayoría. Eso de darle al interruptor y que se encienda la bombilla sigue pareciéndonos milagroso siglo y pico después de inventado. Ahora bien, nada comparable al misterio de la factura de la luz. Porque lo de la electricidad nos lo explican y más o menos lo acabamos comprendiendo; pero lo del cálculo de tarifas necesita un master.

Si con el funcionamiento de la luz no nos rompemos la cabeza y nos conformamos con que se encienda, con la factura igual: pagamos y punto, ni la leemos cuando llega al buzón y, en mi caso, si me preguntan qué compañía tengo contratada no sabría decirles con seguridad.

Hasta que nos pegan un tarifazo del 10%, y entonces sí rebuscamos en el cubo de reciclaje la última factura, para leerla con detalle y ver si entendemos algo. Pero como decía, hace falta un master, pues el sector eléctrico tiene de todo menos luz. Pocas cosas hay tan oscuras.

Así, el precio que pagamos es una suma de tropecientos conceptos, y cada uno requiere un cursillo monográfico: un pellizco por la generación de electricidad, otro por transporte, y uno más por distribución; una parte de primas a renovables, unos céntimos para los sistemas extrapeninsulares, otros pocos para compensaciones varias, y un último pico destinado al déficit de tarifa, que por sí mismo requiere un profesor particular.

Por si fuera poco, la liberalización del sector acabó de complicarlo con varios tipos de tarifas. Sumen a ello la penumbra que rodea los manejos de las grandes eléctricas, y no olviden incluir las periódicas subastas de electricidad, donde no faltan comportamientos especulativos. De ahí que, cuando nos pegan el hachazo, protestamos pero no sabemos bien a quién. Al gobierno en primer lugar, por supuesto, pero éste deriva la queja hacia los mercados internacionales, el gobierno anterior o el invierno.

Entre tanta oscuridad, hay una bombilla que sí se nos encendió cuando hace año y medio nos vendieron las bondades de la liberalización. Como ya escribí entonces, lo único seguro era que pagaríamos más. Y en eso estamos.

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