"No tengo motivos para desconfiar de la solvencia griega; no tengo ninguna duda de que Grecia todavía es capaz de pagar." -Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo-
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Los del hipotético ataque a Libia no son los únicos tambores de guerra que suenan en Europa. También redoblan los de otro ataque, el de los mercados, que llevaban unas semanas calladitos y que vuelven a la carga.
Las bajadas de nota de las agencias de calificación, el encarecimiento de la deuda soberana de varios países, y las tensiones europeas por la reforma del fondo de rescate parecen ser sólo el calentamiento previo para que las hostilidades se desaten de nuevo a final de mes, en la cumbre europea del 24 y 25 de marzo, donde caerá la siguiente víctima. Desde enero las agencias, organismos y expertos dan por descontado que Portugal sacará bandera blanca en esas fechas y pedirá ser rescatada.
Hasta entonces, nuestros vecinos peninsulares se resisten como pueden. Llevan semanas vendiendo deuda por encima de ese 7% que se considera crítico, y aunque insisten en que están divinos y que ni hablar del rescate, no se les va el olor a cadáver por mucha reforma que hagan, y los buitres vuelan en círculos cada vez más bajo.
Claro que, viendo la suerte que han corrido los dos rescatados, Grecia e Irlanda, se entiende su resistencia a ser salvados. ¿Recuerdan cuando comentábamos, en el caso de Irlanda, lo incomprensible de que un náufrago rechace el flotador que le lanzan? Ahora lo entendemos: no sólo no los sacaron del agua, sino que los mantienen precariamente a flote, y con ahogadillas frecuentes para que no dejen de tragar agua.
Así, a Grecia le ha ido peor todavía desde que fue rescatada: pese a que Europa intervino para frenar la crisis de la deuda helena, hoy está pagando hasta un 16% de intereses por los bonos a dos años, y encima los fraternales socios europeos le vienen cobrando un 5,2% por un rescate que no ha impedido que su deuda se equipare a los bonos basura, y que esté al borde del impago. No le va mucho mejor a Irlanda, que sigue asfixiada. Y no hablemos de los ciudadanos griegos e irlandeses, que además están sufriendo recortes sociales y reformas durísimas.
Con rescates así, casi es mejor ahogarte tú solo y en paz.
Comentarios
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