"El gobierno ha querido que sea San Sebastián, que se convierte en un escaparate para la proyección internacional de Batasuna-ETA." -Alfonso Alonso, presidente del PP de Álava-

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Lo de la capitalidad cultural de 2016 no es nada, sólo un aperitivo para lo que vendrá después. Se lo adelanto en primicia, de buena fuente: San Sebastián será sede de los Juegos Olímpicos de 2016. No, no me equivoco de fecha: sé que estaban ya concedidos a Río, y que Donosti no había presentado candidatura, pero el precio a pagar por el gobierno a ETA incluye eso y mucho más, es casi barra libre.

Los mismos que hasta hace dos días aseguraban que la llegada de Bildu a la alcaldía dejaba a la ciudad fuera de la carrera por la capitalidad cultural, son los que hoy aseguran que su concesión es un premio instigado por el Gobierno y en el que nada tienen que ver los argumentos culturales. Vaya pataleta de la derecha política y mediática, y de algunos en el PSOE.

La llegada de Bildu a las instituciones ha puesto de los nervios a muchos. Aunque digan que temen su uso para fines terroristas, hay otros motivos de nerviosismo: el futuro de proyectos para los que apenas había oposición en esas instituciones cuando los abertzales estaban excluidos, y en los que ahora también deciden ellos –que, no lo olvidemos, representan a muchos ciudadanos-. De ahí que el líder del PP vasco, Basagoiti, anunciase ayer un listado de proyectos "estratégicos" que deben quedar "blindados" mediante acuerdos entre PP, PSE y PNV, para que Bildu no los ponga en riesgo.

A mí esto de las capitales culturales me deja frío. Por lo general responde a un modelo de cultura espectáculo, enfocada a la comercialización de las ciudades como marcas, y con escasos beneficios culturales. En el caso de San Sebastián, sin embargo, tiene un valor añadido que el jurado destacó: contribuir a acabar con la violencia. Además, Bildu dice que apuesta por otro tipo de capitalidad cultural. Y en tercer lugar, obligará desde hoy mismo al ayuntamiento a trabajar mano a mano con el gobierno vasco, el Ministerio de Cultura (pronto del PP) y las instituciones europeas. Eso sí que puede ser un gran paso en la "normalización", para acabar con los blindajes. Los políticos y los mentales.