Trabajar cansa

Tarareando a Rubalcaba en la ducha

"Me encanta la música socialdemócrata del discurso del candidato Rubalcaba, me siento plenamente identificado con él. -Tomás Gómez, secretario general del PSM-

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Empiezo con una confesión: Rubalcaba me conquistó. Seguí en directo su discurso de proclamación, y yo mismo me sorprendía de la sonrisilla tonta que se me iba poniendo. Pero qué haces, Isaac, cuidado, que te pierdes. Y eso que lo escuché por la radio, que si lo llego a ver por la tele, lo dejo todo y me afilio.

Pero no, no, tranquilos, que ya recuperé la cordura. El hechizo se rompió en un rato. Es el problema de Rubalcaba: que su discurso fue bueno, pero el efecto sólo dura unas horas. Si hubiésemos ido a las urnas el mismo sábado, no digo que hubiese ganado, pero Rajoy se podía despedir de esa mayoría absoluta que hoy espera sentado. Pero no es así, e incluso aunque haya adelanto, las elecciones están demasiado lejos para estirar la buena impresión inicial: las bonitas palabras del sábado amarillean deprisa, y en un par de meses no quedará ni rastro de ellas en nuestra intención de voto.

Aun así, hay que reconocerle el mérito a Rubalcaba: es un artista componiendo temas con gancho. Su discurso fue como una de esas canciones que nunca reconoceremos que nos gustan, pero que todos acabamos cantando en la ducha o en el coche: como una canción pop, del pop más comercial y facilón, pero irresistible.

Donde los más fans ven una revolución musical, un nuevo sonido, yo veo la habilidad del que sabe crear estribillos pegadizos. No nos compraremos su disco, no le votaremos, pero lo tarareamos sin querer. Porque el hit de Rubalcaba tiene todo para triunfar como canción del verano, contiene todo lo que necesitamos oír: exigencia a la banca, impuestos a los ricos, reforma electoral, defensa de la sanidad pública...

Ya digo, la fórmula perfecta... Si no fuera porque, gracias a la misma orquesta de la que Rubalcaba ha sido miembro, la mayoría no estamos ya para baladas seductoras ni tenemos cuerpo para bailar. De modo que, pese a ser un muermo en el escenario e interpretar un estilo rancio de canción melódica, Rajoy seguirá teniendo más fans, mientras otros preferirán algún ejemplar de canción protesta, o buscarán músicas minoritarias y más atrevidas.

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