Trabajar cansa

La camiseta más 'heavy'

 

Dejen en casa las camisetas negras con motivos satánicos, las que llevan mensajes provocadores, las que muestran proclamas políticas en el límite del código penal, las gamberras de El Jueves. Nada de eso logrará escandalizar a sus vecinos, ni hará que la policía les pida el carné, ni por supuesto alterará un músculo a nuestros gobernantes.

Este año lo que se lleva en materia de subversión textil es mucho más heavy: una camiseta verde, con dibujitos de monigotes de niños que montan en bici, al columpio o hacen el corro, y con un lema que me da apuro reproducir, por lo bestia que suena: Escuela pública: de tod@s, para tod@s.

Así de salvaje es la camiseta que ha puesto de los nervios a Esperanza Aguirre, que lleva una temporada que no gana para Lexatín: por si no tuviese bastante con que le acampasen bajo el balcón, le montasen un hotel perroflauta en la esquina, y le intentasen okupar el palacete unos antisistema disfrazados con bufandas del Real Madrid, ahora los profesores no sólo se le ponen en huelga y le montan manifestaciones semanales, sino que encima van provocando con esas camisetas diabólicas.

Hace unas semanas, al inicio de las movilizaciones, ya avisamos que Aguirre buscaría bajo todas las alfombras hasta encontrar algo, por pequeño que fuese, con que debilitar, criminalizar y dividir a quienes se oponen a sus medidas. Ya lo encontró: la camiseta. La presidenta ha convertido el trozo de tela en casus belli: apoyada en su fiel batallón mediático, ha descubierto que sindicatos y asociaciones de padres no montan huelgas y manifestaciones para defender la enseñanza pública, ni en rechazo al recorte de profesores y aumento de horas lectivas, sino que han liado todo esto sólo para forrarse vendiendo camisetas. El negocio del siglo, oiga.

Le recomiendo a Aguirre que hoy se quede en casa, y que se tape bien con el edredón. Porque como se asome y vea cuántos protestaremos esta mañana contra los recortes educativos (los de toda España, no sólo Madrid), y descubra que la mayoría viste la maldita camiseta verde, puede que la oigamos hasta aullar.

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