Trabajar cansa

Goya a Chacón, Oscar a Romney

 

Fíjense lo poco que luce la rivalidad Chacón-Rubalcaba en comparación con la expectación que despiertan las primarias de Estados Unidos. Aunque los contendientes y los medios intentan transmitirnos interés y hasta emoción, nada que ver con la pasión deportiva con que los estadounidenses y los medios (incluidos los españoles) viven la carrera presidencial hasta la Casa Blanca, desde el pistoletazo de los caucus hasta el emocionante recuento de la noche electoral en noviembre.

Es más o menos la distancia que va de nuestros premios Goya a los Oscar de Hollywood. Es verdad que aquí nos esforzamos, y que el mundillo del cine echa el resto, pero los Goya acaban pareciendo siempre una imitación provinciana de la deslumbrante fiesta del Kodak Theatre, y sin su repercusión. Aunque a algunos nos gusten los Goya, nos hagan más gracia los chistes de la gala y nos interesen más las pelis premiadas, al final los Oscar son los Oscar.

Lo mismo que pasa en la industria cinematográfica española, que siempre tiene como modelo lejano a Hollywood e imita lo que puede, sucede también en la industria política española. Si en el cine somos ya capaces de hacer películas de terror o de ciencia ficción más o menos apañadas, y hasta logramos un taquillazo una vez al año, también en política copiamos lo que podemos, y ya tenemos un bipartidismo asentado (aunque aún no tan absoluto como el norteamericano), debates televisados, mítines con escenografía yanqui, merchandising electoral y mensajes comprimidos en un par de eslóganes pegadizos.

Pero por mucho que lo intentemos no pasamos de aficionados. Miren lo bien que le quedaba el ‘Yes we can’ a Obama, y en cambio el papelón que hacían los muchos políticos obamistas que durante una temporada aspiraban a ser "el Obama español". Los estadounidenses son maestros en hacer de la política un espectáculo. Después de la gran estafa que ha arruinado a millones de norteamericanos (lean Cleptopía, de Matt Taibbi, para entender la dimensión del robo), aún consiguen que los estafados se enganchen al show electoral. Nos queda mucho que aprender.

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