Trabajar cansa

Pan y circo (judicial)

 

Ya que el fútbol puede estar perdiendo sus propiedades narcóticas por saturación (un partido del siglo al mes aburre al más forofo), otro entretenimiento se abre paso entre nosotros, y puede convertirse pronto en la primera distracción nacional: la actividad judicial.

Miren qué arranque de año hemos tenido, con tal concentración que nos obliga a un continuo zapping informativo para no perdernos nada: en el primer canal tenemos a Camps escuchando otra vez la grabación de sus conversaciones amorosas ("cuelga tú, churri"; "no, tú primero"; "no, tú, que te quiero un huevo"). Si cambiamos de canal nos encontramos a Matas sentado junto a su pelota favorito. Otro zapeo y aparece Garzón despojándose de la toga y declarando con voz rota. Y en próximos días incorporaremos nuevas series a la parrilla, con José Blanco declarando en el Supremo, y Urdangarin impartiendo ante el juez de Palma una conferencia sobre aplicación de valores deportivos en la gestión empresarial, una de ésas con power point y micrófono de corbata que se le daban tan bien.

Como en todos los encuentros en juego hay momentos de interés, y no nos queremos perder nada, se impone que alguna emisora de radio organice un carrusel deportivo judicial y nos vaya radiando las mejores jugadas, porque verlas en diferido le quita parte de la gracia.

Como entretenimiento nacional, el deporte de las togas está pensado para toda la familia, la oferta es variada: mientras unos disfrutan viendo cómo Camps se va empequeñeciendo dentro del traje, otros aplaudirán cada patada en las espinillas que reciba Garzón, mientras que los enemigos de Blanco tendrán la cámara preparada para inmortalizar su llegada al Supremo, y los republicanos creerán más cerca el fin de la monarquía cuando el yernísimo pise el juzgado.

El espectáculo de la justicia (que no es lo mismo que la administración de justicia, aunque lo parezca) llena portadas, minutos de televisión y radio, tertulias (periodísticas y de bar) y columnas de prensa (ésta, sin ir más lejos). Si el fútbol flojea en su función de cohesión social, ya tenemos relevo.

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