Traducción inversa

El espectador estafado

Puede que ustedes leyeran como yo la noticia que el otro día aseguraba que un asistente a un concierto denunció ante la Guardia Civil al saxofonista Larry Ochs porque, en lugar del jazz que se anunciaba, sometió al demandante a una audición de "música contemporánea". No me detendré en los aspectos cómicos de esta escena, ni tampoco en la defensa de Ochs. Al fin y al cabo, el jazz –como todos los estilos musicales- tiene fronteras muy porosas, así que podría ser discutible qué era lo que en realidad se estaba sustanciando en aquel concierto (el último del V Festival de Jazz de Sigüenza, por cierto). Me pondré, por unos momentos, en la piel del espectador que se sintió abrumadoramente defraudado. Aquel hombre, de pronto, consideró que el mundo era un lugar injusto, lleno de promesas incumplidas. Luego aludiría a que el tipo de música con que le agredió el saxofonista la tenía "contraindicada psicológicamente". Es una manera de expresarlo. Me pregunto, en este momento, por la cantidad de cosas que agreden desabridamente mi particular psicología. Por ejemplo: las novelas negra cuando están de moda las novelas negras, las películas de vampiros cuando están de moda las películas de vampiros, los políticos que dicen defender sólo "lo que le interesa a la gente", los tertulianos que levantan la voz en televisión y radio, la comunión idiota de los asesinos del silencio, los ríos que no llevan agua, la gente que odia a los que no sabe clasificar. Y así.

  Un día de estos tengo que ir al cuartelillo a denunciar todo eso. Aunque quizá no vale la pena. ¿Se alteraría ni un ápice la vida con mi indignación?

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