Se acaba de publicar Periodismo práctico (Espasa), el nuevo libro de Arcadi Espada. He elogiado muchos libros de Espada, y me gustaría poder continuar haciéndolo. En éste, como en todos los suyos, hay elementos de interés público muy evidente, al lado de obsesiones estrictamente particulares (y, por lo tanto, irrelevantes). De todo lo que dice en torno al periodismo actual, sin embargo, me quedo con lo que no dice. Escribir un libro sobre el oficio centrado mayormente en el caso español –con abundancia de ejemplos locales- y pasar de puntillas sobre su hecho fundamental me parece un poco cobarde. Sí que hay, es cierto, alusiones indirectas a la "prensa conspirativa" (sic) y el reconocimiento explícito de que, en el atentado del 11 de marzo de 2004, la "verdad periodística" no puede erigirse como alternativa a la "verdad judicial". Pero echo en falta un desmenuzamiento implacable de la gran patraña protagonizada por ciertos medios relacionando a ETA con el atentado para lavarle la cara a Aznar. ¿Tiene que ver algo este silencio con que Espada esté ahora a sueldo de El Mundo?

Hay gente que todavía no ha terminado de comprender el auténtico alcance de la gran mentira del 11M. Por qué Rajoy no ha ganado –ni puede ya ganar nunca- unas elecciones. Por qué los ocho años del PP se arrastran en el estercolero de la Historia con  ese vídeo de Acebes llamando "miserables" a los que duden de la "autoría" de ETA. El día en que Aznar dijo "Los han matado sólo porque eran españoles", la gilipollez más enfática que ha pronunciado nunca en España un político nacionalista. Ha habido tipos, autodefinidos como periodistas, que han estado mojando pan en esa frase como un sapo chapotearía en una ciénaga –y con idénticos resultados.

Ante esta evidencia, no basta con encaramarse con los codos sobre el impávido pedestal de la sintaxis, y lanzar una mirada jupiterina sobre el resto de los mortales. Hay que mojarse, Arcadi. Hay que explicar que eso es precisamente la negación del periodismo. O, por decirlo con una frase de Mario Quintana, el imperio de los que creen que "los hechos son un aspecto secundario de la realidad".

El día en que un tipo con tirantes encontró una cinta de la Orquesta Mondragón en cierto vehículo y se puso a babear como un perro ante un hueso la prensa española bajó a los estadios más ínfimos de su historia. ¿Periodismo práctico? No te molestes en buscar su envés. Escribes en él.