Traducción inversa

Justicia española

Si Baltasar Garzón hubiera sido alemán, su lugar apropiado hubiera estado sin duda en el estrado de los juicios de Núremberg. Nada hubiera impedido que las víctimas vaciaran allí su equipaje de horrores y que los verdugos encontraran su merecido. Spencer Tracy lo podría haber encarnado en una película de Stanley Kramer, y hoy sería unánimemente recordado como un juez justo entre los justos.

Si Baltasar Garzón hubiera nacido en Bélgica, hubiera perseguido sin duda a esos pederastas asquerosamente astutos que asesinaban a sus pequeñas víctimas después de un ritual de vejaciones inconcebibles. La sociedad civil le estaría eternamente agradecida y su nombre sería pronunciado con una rara unción por los ancianos más sabios en los parques.

Si Baltasar Garzón fuera italiano perseguiría con toda probabilidad a la mafia y a sus mil conexiones con la política local, y aunque algunos periódicos (no necesariamente a sueldo de la Camorra) recordaran su ego y sus ínfulas de estrella, nadie discutiría su labor de desinfectante social.

Se da la circunstancia, sin embargo, de que Garzón es español y aunque José Antonio dijo que "España ya estaba en la mente de Dios desde mucho antes de la Creación" lo que todos venimos a entender es que este desgraciado país sigue siendo una excepción en Europa. No puede haber aquí reparación y justicia para las víctimas del franquismo porque algunos fascistas y sus herederos se han encargado de que tal pretensión sea imposible.

A lo mejor el único problema de Garzón es amar a la justicia tanto como a sí mismo. Y eso es lo que nunca le van a perdonar.

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