Traducción inversa

Madrid y Barcelona (y Lisboa)

Entre otras diferencias –y lo hemos visto estos días- Madrid y Barcelona se alzan como baluartes inversos donde gobierno y oposición se dispensan un trato radicalmente distinto, y eso lo disfrutan o lo padecen los ciudadanos. CiU, la derecha nacionalista, no tiene ningún problema para sentarse con los socialistas catalanes y tejer un frente común frente a, por ejemplo, las dilaciones del Tribunal Constitucional. En éste, como en muchos otros campos, las fuerzas políticas catalanas son capaces de anteponer los intereses de país ante sus legítimas diferencias coyunturales. En Madrid, sin embargo, cada vez que hay una sesión de control en el Congreso o cualquier otra comparecencia parlamentaria la derecha nacionalista en la oposición (PP) escenifica improperios y aspavientos hacia el otro lado del río, tras haber dinamitado el único puente existente. ¿Qué tiene Barcelona que une y Madrid que separa?

  Este cuento podría acabar bien, pero eso depende. En plena vorágine económica, los ciudadanos esperan de los políticos (y no sólo de los dos grandes partidos) que aparquen sus rencillas diarias y piensen en la globalidad. Esto siempre es más difícil cuando se está en la oposición, de ahí el mérito de CiU y el demérito del PP.

  Pero es que, mientras todo esto ocurría en la meseta y en la costa, desde el otro extremo de la piel de toro nos llegaban noticias de un importante acuerdo. Ante la gravedad de la situación, socialistas y conservadores portugueses se sumaban a la idea de un pacto para beneficiar a su país. Algunos lo llaman patriotismo. Otros preferimos calificarlo, simplemente, sentido común.

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