Traducción inversa

Cantautores

La muerte de Labordeta tiñe de oscuro septiembre y nos conmueve que sean precisamente los árboles más viejos los que, con su caída, vayan modificando el perfil del bosque. Al fin y al cabo, él era el representante aragonés de una generación de cantautores que emergió cuando el franquismo ya era un edificio en ruinas y le pusieron música y letra a la esperanza de la libertad. Esa generación, sin embargo, ya entona la estrofa de su etapa jubilar ("Hemos atravesado el tiempo dejando en los secanos nuestra lucha total"), y no parece que venga detrás un relevo a su altura.

Luis Eduardo Aute tiene 67 años, los mismos que confiesa Joan Manuel Serrat; Víctor Manuel  se acerca a los 64, pero Raimon cumple en diciembre los 70 (aunque muy bien llevados); Lluís Llach, que sólo tiene 62, se ha retirado ya completamente de la escena. Estos abueletes compusieron la banda sonora de nuestro siglo XX y, a la espera de lo que nos deparará musicalmente el XXI, proporcionaron un tesoro de sensibilidad y poesía que aún no se ha agotado. De hecho, continuamos viviendo de sus réditos, y por eso cada reaparición de una de estas viejas glorias (como Serrat con sus nuevas canciones de Miguel Hernández) es un acontecimiento sin parangón.

Cuando la biología o el simple cansancio fuerce la retirada de todos ellos, ¿quién le cantará a la libertad, quién encontrará motivos para nuevos compromisos, quién musicará a nuestros poetas? Con Labordeta no se va sólo un cantautor. Se va una manera de entender la vida y la música, suponiendo que sean cosas diferentes. Pues cantemos: "Vamos a echar nuevas raíces..."

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