Traducción inversa

Pájaros muertos

El día de año nuevo comenzó con pájaros muriendo. Miles de mirlos y estorninos cayeron fulminados sobre Beebe, en Arkansas. Luego, como un ciclo inexorable o como una de esas fábulas de Saramago, otros quinientos alfombraron una autopista de Pointe Coupee, en Luisiana. Más tarde sucedió lo mismo en otros lugares del planeta, como Suecia e incluso Castellón. Esos pequeños seres se inmolaron en el frontispicio del año, sin que sepamos por qué. Se esperan hipótesis verosímiles, aunque de momento sólo se ha aventurado que pudieron ser víctimas de las condiciones climatológicas, o del estrés causado por fuegos artificiales.

Es todo muy extraño. El otro día vi por la calle a mi amigo, el peluquero que habla con extraterrestres (protagonista ocasional de alguna de estas traducciones inversas). Me detuve para saludarle y aprovechó para ponerme al día. Me dijo que el planeta estaba sufriendo pero que esto no había hecho nada más que empezar. Me aseguró que él ya lo había previsto todo en los años 80, y se remitió a los largos memorandos que envió entonces al Vaticano y a la ONU. Adoptó un tono confidencial para asegurar que "Pérez de Cuéllar quedó muy impresionado" por sus informes. Finalmente, esbozó media sonrisa triunfal: "Lo peor está por llegar. La catástrofe será en 2012". Entonces yo abandoné mi hieratismo respetuoso para preguntarle: "¿Así, lo de los pájaros...?". "Por supuesto –zanjó-. Es un signo muy preciso. Hay que saber leer las señales de la naturaleza".

Nos despedimos con una cabezada. En el ficus de la plaza, los estorninos seguían retozando como si nada. Pero nunca se sabe, claro.

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