Traducción inversa

Artículo sin título

Este artículo no tiene título. No lo tiene, ni lo puede tener, porque es el resultado de un gran cansancio, de reiterar cosas que son evidentes, de luchar por los derechos más elementales. El jueves pasado, cuando pulsé en mi mando a distancia el botón correspondiente a TV3 (la televisión autonómica catalana), la pantalla estaba en negro. Aunque TV3 se ve en el País Valencià desde 1986 (tres años después de su creación), el actual gobierno valenciano, con Francisco Gürtel Camps a la cabeza, ha obligado a Acció Cultural del País Valencià (ACPV), propietaria de los centros reemisores, a apagar su señal. ACPV no ha tenido más remedio: le han impuesto multas por valor de más de 600.000 euros (cien millones de pesetas, sí) y amenazan con embargar sus bienes y no dejarles ir a misa los domingos...

Creo que ustedes ya comprenden por qué no hay título posible para este artículo. ¿Cómo calificar la censura más salvaje, el ataque simiesco contra la libertad de expresión, el odio visceral hacia la lengua de catalanes y valencianos? El fiscal pide para Camps, por dejarse -¡presuntamente!- sobornar, una multa de 41.000 euros. Él,  a su vez, impone sanciones de 600.000 euros a los únicos que se han preocupado para que los valencianos accedan a una televisión moderna y plural en su propia lengua. El soborno, amigos, es barato en este país. Barato y fácil. Pero la lucha en favor de las culturas minorizadas es cara. Cara y peligrosa.

Si vuelvo a nacer, quiero ser Camps, hablar en castellano (o en un catalán macarrónico) y que algún amiguito (del alma) me vista gratis en Forever Young. Por suerte, sólo se vive una vez.

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