Traducción inversa

Dos notas sobre la imitación

Una  noticia, el otro día, a propósito de los crímenes machistas. Según un estudio del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, después de cada crimen de género existe un 1,67 posibilidades más de que se produzca otro. Es lo que se conoce como "efecto imitación". Es decir, que ese varón cabreado que ahora nos imaginamos, íntimamente violentado por la libertad que no tolera en la pareja, está un día ante el televisor y contempla con una satisfacción enfermiza cómo alguien de su misma especie moral acaba de asesinar a su mujer. Entonces, sin mediar palabra, coge su cuchillo y, todavía con las imágenes del telediario en su cerebelo, lleva a cabo una pequeña masacre.

La solución, claro, no puede ser establecer una censura previa sobre este tipo de casos en los medios. Pero haríamos bien en reflexionar sobre el impacto de las construcciones informativas sobre el complejo psiquismo de algunos tipos. Sin ánimo de ofender, a mí este ejemplo me recuerda a otro que está también a  la vuelta de la esquina: la del votante "indeciso", escasamente ideologizado, que se espera hasta el último minuto para votar... a la opción electoral que se perfila como claramente triunfadora. También estas indecisiones exhiben su propio cuchillo, que se hunde en las carnes del perdedor para satisfacción excelsa del "hemos ganado" más cobarde posible.

Son ejemplos de conductas gregarias, cada una a su inimitable manera. Materia prima para psicólogos y sociólogos y un golpe en la boca para los que aún creemos en la dignidad individual del ser humano.

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