Traducción inversa

Una teoría de la libertad

Al hilo de mi último artículo, algunos lectores me preguntan qué entiendo yo por ser liberal desde el punto de vista de la izquierda. Con mucho gusto lo explico. Ser liberal o ser conservador me parecen las dos actitudes básicas que se pueden adoptar ante la realidad y ante las exigencias de la cosa pública. Uno de los peores negocios semánticos que ha hecho la izquierda occidental en los últimos tiempos es dejarse arrebatar la bandera del liberalismo por sus contrincantes. Esto ha contribuido a la confusión ideológica, típicamente posmoderna.

Ser liberal es contemplar el progreso material y moral de la sociedad como un ejercicio inevitable y necesario. Un liberal auténtico no es xenófobo, ni confía la moral sexual (divorcio, aborto, eutanasia, homosexualidad) a conjuros religiosos. Un liberal auténtico está lógicamente a favor de la libre empresa y de la pujanza de lo privado, pero si ve con suspicacia y/o asco la educación o la sanidad públicas entonces es que se trata de un "neoliberal". El prefijo "neo" no es ideológico, sino simplemente un anclaje diacrónico. Son neoliberales los conservadores de hoy que tienen pavor a definirse tal como los retrata su espejo.

El conservadurismo es ese miedo: al futuro, a la modernidad, al pluralismo, a la verdad en minúsculas. Se puede ser conservador militando en un partido de izquierdas. Se debe serlo, supongo, en determinados momentos de la vida, y se ha hecho gran literatura poniendo a trabajar las  aprensiones más profundas. Ser liberal no es fácil pero, ¿nos queda otro camino?

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