Traducción inversa

El escritor de periódicos

  La figura del escritor de periódicos ha protagonizado todo el siglo XX y, ahora mismo, ha venido a convergir con la del escritor de blogs. Prácticamente desde que existe prensa escrita siempre ha habido un tipo que cada tarde subía renqueando la escalera de la redacción, se sentaba en su mesa, se ponía las gafas de leer y sumergía su cabeza entre los codos mientras pensaba cómo convertir la convulsa realidad del día en un relato de cuatrocientas palabras. Este hombre de vista cansada, aficionado al alcohol como único analgésico tras la desolación del cierre, insomne en la noche y adormilado durante el día, ha sido el encargado de escribir la literatura característica de nuestro tiempo.

  En realidad, no hay tanta diferencia entre periodismo y literatura. Quizá sólo se trate de que en el primer caso un hombre muerda a un perro, mientras que en el segundo el perro –todos los perros- no se canse nunca de mordisquear al hombre. Esos chuchos que azuzan al tipejo con las puntas de los dedos sucias de tinta son los que le permiten no olvidar que la literatura tiene un compromiso inexorable con la realidad. Están bien las fantasías, pero deberíamos saber ya que no hay nada más imaginativo que un suceso de actualidad contado austeramente por alguien con un sentido profundo del lenguaje.

  Meditaba sobre todo esto mientras leía una recopilación de artículos de prensa del poeta Antonio Cabrera. Se trata de sus colaboraciones semanales en las páginas de la edición valenciana del diario ABC, que Ediciones La Palma le publica con el título El minuto y el año.  No se puede negligir un libro que comienza con esta frase: "Siempre he pensado que octubre es un mes del que nadie quiere defenderse".

  Poetas, novelistas, ensayistas: todo el mundo que ha considerado a Montaigne como a alguien de su familia ha acabado modelando su historia en columnas de papel barato, que un lector distraído ha manchado luego de café con leche en la barra apresurada de algún bar.

  Hoy en día, mientras el escritor de periódicos continúa excitando nuestra inteligencia contando su verdad desde una ventana intransferible, muchos otros han acampado en la red para hacer esa misma función desde un blog. Su labor sigue siendo igual de efímera: necesitarán recopilarse en un libro para perdurar. Pero con ellos la actualidad no dejará de transformarse en ese misterio tan humano que llamamos literatura.

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