Traducción inversa

Por qué no hay una Cope de izquierdas

Tengo un amigo que cada día, con la precisión de un reloj suizo, pone la Cope y se dispone a escuchar la arenga habitual de Federico Jiménez Losantos. A media mañana, cuando lo veo, se me acerca radiante y en su rostro travieso adivino enseguida que tiene grandes hallazgos que contarme. Y, en efecto, así es: en pocos minutos, me explica las barbaridades, los exabruptos, los insultos y las majaderías que Losantos ha bramado ese día ante el sufrido micrófono de su emisora y que yo nunca he escuchado en directo.

Desde hace un tiempo, sin embargo, mi amigo estaba triste. Seguía con preocupación las noticias que indicaban el final de la aventura del aragonés en la radio episcopal. "¡Sólo hasta el 31 de agosto, Joan: esto es una catástrofe!", me decía con el más compungido de sus ademanes. Izquierdista de manual, para mi amigo los discursos de Losantos suponían un momento de catarsis extraordinario, una gozada donde la indignación y la hilaridad chocaban como dos trenes para producir un supremo placer estético y político.

Ahora parece que Losantos anuncia un nuevo proyecto radiofónico (esRadio) para cuando se acabe su contrato con la Cope. Se lo expliqué a mi amigo y este, sin embargo, me miró muy seriamente y me explicó que lo que necesitábamos en este país era "una Cope de izquierdas".

Bueno, bueno. La derecha española siempre ha acusado a la izquierda de considerarse moralmente superior. Pero no es que nos lo creamos: es que sólo hay que poner la radio por la mañana para comprobar que lo somos. Y esa es la exacta razón por la que no puede haber un Losantos de izquierdas. Y lo siento por mi amigo.

Más Noticias