Traducción inversa

La ideología subyacente a Gürtel

En todo el embrollo de la trama Gürtel, hay una cosa que no se ha entendido bien. Recapitulemos: el Bigotes y Correa le regalaban trajes al Curita, bolsos a Rita Barberá, millones y otras bagatelas a Bárcenas y quién sabe cuántas cosas más. A cambio, supuestamente, montaban suculentos negocios a la sombra de esas dádivas. Esas dádivas, en realidad, no eran tales: sólo se trataba de astutas inversiones. Do ut des: el viejo adagio latino lo explica muy claramente. Se trata de dar (un poco) para que te den (un mucho: una pastuqui, concretamente).  Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Por qué Camps, Barberá, Bárcenas, Aguirre e tutti quanti reaccionan con esa ira desabrida, con esa amarga indignación? Presumen que los jueces no lograrán –o no querrán- encontrar el vínculo entre los obsequios Gürtel y los contratos otorgados a la trama. Su mal cuerpo tiene que venir, en ese caso, de otros motivos.  La causa, en realidad, es muy fácil de entender. Camps y Barberá, por ejemplo, son militantes de Alianza Popular desde antes de la aprobación de la Constitución (en cuyo referéndum, si no votaron en contra, probablemente se abstuvieron). Ellos encarnan como nadie –como Bárcenas, como Aguirre- la derecha de toda la vida, la que medró durante el franquismo, la que contribuyó al inicio de la Guerra Civil al ver amenazados sus privilegios, la del Cid, don Pelayo y Viriato.  Estos conservadores genéticos no pueden entender lo que les está pasando. Ellos se merecen esos trajes, esos bolsos, esos millones –esa pastuqui. Ellos son el poder en estado puro. ¿Corrupción, dicen? Eso la izquierda, claro. ¿Comprenden el problema?

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