La trama mediática

Savater se explica

07-12.jpgSatisfecho por el éxito obtenido en su última operación de agitprop, Fernando Savater enseñó ayer un dedo metafórico a los disidentes del manifiesto por la lengua común. Aunque lo hizo desde las páginas de El País, que el día anterior habían acogido la pataleta de su compañero de proclama Félix de Azúa, el filósofo se permitió este comienzo: "Como el mío va a ser uno de los pocos artículos que se publiquen en este periódico a favor del Manifiesto por la Lengua Común, permítanme que empiece con algo de melancolía".

A eso en el teatro se le llama sobreactuación.

Bien. La tristeza de Savater reside en las airadas reacciones que ha provocado el documento cuando, según él, los redactores de la cosa habían tenido exquisito cuidado en no herir sensibilidades. "Por decirlo churchilianamente: nunca quien no agredió a nadie fue agredido por tantos", lamentaba, de nuevo con aroma a impostura, el intelectual donostiarra.

Con todo, lo más llamativo del largo texto no eran las quejas por la acogida al manifiesto, sino con qué lo comparaba. Tomen nota: "A los que hemos luchado durante bastantes años a favor de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, las tergiversaciones polémicas que se utilizan contra el Manifiesto nos recuerdan irresistiblemente las que oímos tantas veces contra esa necesaria materia académica". El filósofo, qué duda cabe, es consciente de que está criticando a los que con más fervor se han sumado a la cruzada por la lengua común, que también son los más activos detractores de la Educación para la Ciudadanía.

Uno de los medios que podía darse por aludido, ABC, cedía ayer su tercera página a Carlos Martínez Gorriarán. De nuevo con la lengua común como coartada, el compañero de partido de Rosa Díez atizaba esta bofetada al PSOE: "Esta caída socialista en el peor de los derechismos, el de anteponer abstracciones como lengua y territorios eternos a personas y sociedad libre, no es sólo una muestra elocuente de la senilidad ideológica del PSOE y de la izquierda tradicional española, sino una señal de alarma de los graves riesgos degenerativos que afronta la democracia española".

Jueces al servicio de Zapatero

Como se ve, en caso de duda, la culpa es del Gobierno, a quien también se le ha atribuido el sorprendente dictamen del pleno de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional que no ve delito, conforme al Código Penal vigente, en mantener calles con nombre de miembros de ETA. "Quienes han dedicado calles en honor de esos criminales no han delinquido, según estos ‘jueces’ al servicio del régimen político impuesto por Zapatero y los nacionalistas. ¿Están en verdad estos juristas a disposición de Zapatero, o quizá de los terroristas?", escribía ayer Agapito Maestre en Libertad Digital.

Aún más punzante se mostraba en Periodista Digital Pedro Fernández Barbadillo: "En la Expaña zapaterina, un asesino etarra puede ser honrado con una calle, al igual que ladrones como Juan Negrín y golpistas como Largo Caballero, pero no asesinados por socialistas como José Calvo Sotelo o los miles de mártires católicos".

Diría Savater que no hay ánimo de ofender.

Más Noticias