La trama mediática

A la vuelta, casi nada

kiosco.jpgTiemblan los cimientos de Ajuria Enea y de Sabin Etxea, sede del PNV, ante la escalofriante revelación de El Mundo en su edición de ayer: "Nos cuentan que los aficionados vascos a los toros están molestos con la hostilidad de Juan José Ibarretxe hacia el mundo taurino". Pongan cara de pero-qué-me-estás-contando y sigan leyendo: "El lehendakari no sólo no ha asistido a ninguna de las corridas de la Semana Grande de Bilbao, una de las ferias más tradicionales de España, sino que además denegó el permiso para que el Gobierno que preside alquilara los palcos números 21 y 23, lo que venía haciendo desde hace más de 25 años". Nivelazo de periodismo de investigación, de bostezo inevitable.

Pues ahí tienen la media de la cosecha alcanzada el primer día de nuestra particular vuelta al cole de las ondas arrojadizas y las tintas ácidas. Crisis galopante, mentiras cada vez más indignantes sobre el accidente de Barajas y el inicio de la liga compusieron el menú de regreso a la rutina informativo-opinativa. Bueno, eso, y la resaca de la paradójica contraprogramación de entrevistas del día anterior (Zapatero en El Mundo y Rajoy en El País), que le hizo reflexionar así ayer a Agapito Maestre en Libertad Digital: "Los españoles harán como que la cosa no va con ellos, o peor, considerarán a estos dos políticos como dos grandes eminencias. Eso se llama, sí, vivir ensimismados, o sea, negar que estamos no sólo ante dos incompetentes, sino sobre todo ante dos mentirosos". No le gusta ni la carne ni el pescado al firmante. Equis en la quiniela.

Rompía el empate, también en Libertad Digital, José García Domínguez, que concedía su colleja más fuerte al presidente del Gobierno por haber utilizado la expresión "funcionamiento del Estado" en la entrevista. Hasta ahí podíamos llegar: "Dentro y en el conjunto de lo que es la miseria léxica y moral del lenguaje etarra, Arnaldo Otegi habría utilizado idéntica muletilla retórica con tal de no mancharse la boca con el sustantivo España", protestaba el articulista.

¿Por qué conformarse con zaherir a un solo ciudadano, por muy presidente que sea, si se puede dar para el pelo de una única pasada a todo el censo? Es lo que hacía ayer Federico Jiménez Losantos en su espacio fijo en la página cuatro de El Mundo. El título, "Rebaño entrañable", ya advertía que la azotaina era masiva, lo que se confirmaba cuando el turolense hablaba de "la asombrosa degradación intelectual y el consiguiente descalabro moral de estos cuarenta y cinco millones de personas a los que nos gustaría poder llamar compatriotas, ciudadanos o algo, pero que no se dejan".

No todo es lo que parece

Les suelto a bocajarro el inicio del editorial de ayer deYa.es: "Algunas cosas buenas jamás son eliminadas, ni siquiera por la peor plaga. La Fe, ese don especial que los hombres recibimos de Dios, es capaz de sobrevivir generación tras generación incluso en las más adversas condiciones ambientales". Al leerlo, pensamos que se trataba de otra reflexión sobre el manido síndrome postvacacional. Pero, no: iba de la fuerza del catolicismo en la Cuba de Castro.

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