La trama mediática

Los nuevos desobedientes

Empezamos la semana con una encendida denuncia del Estado policial y llegamos al domingo con poco menos que un llamamiento a las barricadas. Pero no miren a la sesteante izquierda, porque la convocatoria llega desde el extremo opuesto. Lean en Libertad Digital al hasta anteayer no más adalid de la carpetovetonia más asilvestrada, Agapito Maestre, y después, frótense los ojos conmigo: "La desobediencia civil es el otro gran fundamento del derecho moderno, en realidad, del Estado de Derecho. O sea, sin desobediencia civil el derecho quedaría reducido a lo que dijera el más fuerte y violento, o el más gracioso y populista; por suerte, el desobediente civil tiene tanta legitimidad como el 'gobernante', arbitrario o no, para crear derechos".

¿Cómo es que un reconocido defensor de la tradición, el orden y tres mamporros a tiempo para los disolventes nos invita a la insumisión? Verán, tiene truco. Eso sólo vale frente a la nueva ley del aborto, que también ha despertado el lado más salvajemente antisistema de la Iglesia española, como podemos apreciar en el penúltimo editorial hablado de COPE: "Es de tal gravedad esta anunciada regulación de la conciencia individual que, de facto, convertirá al conjunto de los ciudadanos en meras marionetas, que es el objetivo deseado por todas las dictaduras, ya sean de izquierdas o de derechas". La coda la pone La Razón en un editorial titulado "Derecho a la desobediencia" que incluye esta proclama: "El Ejecutivo quiere que los españoles sometan sus principios morales individuales a una ética colectiva que no comparten".

¿Orgasman las sirenas?

Y mientras, la patria se rompe. Es el lamento de Alejo Vidal-Quadras en Lanación.es, aunque lo más sorprendente es que aproveche el rasgado de vestiduras para atizar unas collejas al partido al que sigue representando en el Parlamento Europeo: "El punto de descomposición al que ha llegado España, donde los dos grandes partidos nacionales o bien colaboran abiertamente con las fuerzas secesionistas o bien miran hacia otro lado". Así empezó Rosa Díez.

Pero basta ya de hacer copia-pega de prosaicos blablablás políticos. Como guinda les he reservado unas gotitas de pura poesía bruñida por el bardo Luis María Anson, que empezaba tal que así su elogio fúnebre en El Mundo a Valerio Lazarov: "Era ya un vacío de silencios y de espejos, la desolación de las moviolas rotas, el oxidado zoom que orgasmaba a las sirenas". Anden, supérenlo si pueden.

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