Con una mano, El Mundo se rasga las vestiduras ante una juventud que ha perdido los valores, el Oremus y los Donuts. Con la otra, presenta como héroes a los niñatos que la liaron parda en Pozuelo el pasado fin de semana. "Se ha convertido en un muchacho famoso en su entorno de amigos. Y no sólo porque, a sus 16 años, haya aprobado las dos asignaturas que le quedaban y haya pasado a cursar Bachillerato. Su hazaña ha sido estar 40 horas detenido en la fiscalía de menores y en comisaría", glosa M2, el suplemento madrileño del periódico de Pedro Jota, la gesta de un pipiolo que asegura que sólo pasaba por allí. Unos párrafos más abajo, el padre de la criatura mezcla el lamento con una batallita de abuelo Cebolleta: "Sigue pasando lo mismo que cuando yo corría delante de los grises: siempre cogen a cuatro pardillos y los culpables, los que realmente están detrás de todo, se van de rositas".
Es muy probable que el relato sea cierto -el del chaval, mayormente; lo del padre y los grises, ¡ejem!-, pero cabe preguntarse si se le hubieran dedicado tres páginas en el caso de que la gresca hubiera tenido lugar en Vallecas. ¿Argumento demagógico? De acuerdo. De hecho es el que los bienpensantes están empleando exactamente a la contra. Lean a Edurne Uriarte en ABC: "Y es que Pozuelo es un pueblo acomodado, que si llega a ocurrir en una zona pobre de Madrid, otro gallo cantaría. Como ha cantado en otros lugares de Europa donde tipos que han protagonizado altercados semejantes o mucho peores han sido saludados y justificados como activistas sociales por una significativa parte de la élite intelectual y política de Europa".
La culpa es de la tele, según Tertsch
En el mismo periódico, seguramente de gran lectura en la zona cero de la bronca, Herman Tertsch denuncia "el entusiasmo que ha generado en muchos medios el hecho de que los actos vandálicos de Pozuelo se produjeran en una población de clase media alta, en un pueblo rico". Con todo, lo mejor es su explicación de por qué pasa todo esto. La culpa es de la tele progre: "Vean las series televisivas que ven todos ellos, ricos y pobres. Lo peor en las mismas no es que los héroes duerman siempre en calzoncillos usados. Ni que todas las adolescentes quieran parecer la más puta para acostarse con el guapo traficante de cocaína. Ni que la profesora lesbiana seduzca a una alumna menor. Quien no sea soez e intente ser distinto es un carca o le llaman Aznar o Bush". Pues no habíamos caído.
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