La trama mediática

Garzón tapa el marrón

Qué a tiempo ha llegado el progresista magistrado Varela con su obús cargado por los no menos progresistas dedos de Falange y Manos Limpias. Los cascotes del juez estrellado han tapado las cincuenta mil páginas marrones que ustedes saben para alborozo infinito de Carpetovetonia. "Garzón, camino del banquillo", batía palmas La Razón en un titular de primera legible a diez kilómetros. En letra más pequeña se solazaba con los motivos del emplumamiento garzonil: "El juez del Supremo le imputa un delito de prevaricación por abrir una causa contra el franquismo que está penado con hasta 20 años de inhabilitación". O sea, que sí, que el crimen del llanero de Jaén consistió, efectivamente, en profanar el glorioso y sagrado pasado.

Disimulando, el editorialista del periódico de la mancheta azul nos dice que no es eso y trata de que lo creamos titulando su pieza "Nadie está por encima de la ley". Lo que ocurre es que si seguimos leyendo, nos encontramos con esto: "[Varela] considera que atribuyó a personas fallecidas, como los generales Franco, Mola o Queipo de Llano, actuaciones delictivas que habían prescrito, estaban afectadas por la Ley de Amnistía de 1977 y que, además, tampoco eran de su competencia". Habrase visto la osadía garzonita, tratar de delincuentes a tres héroes de la patria.

Tertsch lo celebra a su modo

Desde ABC -el periódico que fletó el Dragon Rapide, recordaría Jiménez Losantos-, Hermann Tertsch se ponía su pijama de fiesta para pregonar la buena nueva: "La gran noticia es que el juez Baltasar Garzón se va a sentar en el banquillo de los acusados". Ebrio de felicidad, tras los hurras, el bravucón nos echaba su aliento ultra característico para buscarnos la boca: "Hoy nos quieren dar clases de democracia desde periódicos serviles al Gobierno. Lacayos de Stalin al servicio del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero". Ni caso.

En El Mundo también había cohetes, pero llamaba más la atención el sector crítico. Una genial viñeta de Ricardo mostraba el espectro de Franco riéndose a la cara de Garzón. En la de Gallego y Rey, igualmente brillante, el dictador cambiaba su caballo por los lomos del atribulado juez. Y como remate, Raúl del Pozo hacía migas la leyenda del izquierdista e imparcial encausador Varela: "Garzón preferiría ser juzgado por sus propios trenados antes que por su tronkos; ahora es cuando va a ser despedazado. No hay nada tan cruel como los celos profesionales". Certero.

Más Noticias