Cunde la histeria en Carpetovetonia y los kioskos se convierten en un concurso para escoger la primera página más patéticamente indignada. En la liza, discreto papel de El Mundo, que amaga pero no llega a dar con un titular talla XXL que reza "El Gobierno alienta la campaña de coacción contra el Supremo". La Razón se queda también en gatillazo con su intento de sobreexcitar a la facción más pilonga de su parroquia pariendo un agravio comparativo que mueve a la risa floja: "La Complutense negó a los antiabortistas la sala donde se apoyó a Garzón". Triunfa de calle, porque cien años de experiencia -incluyendo una guerra azuzada y ganada- se tienen que notar, ABC.
Trato de describirles la obra galardonada. Cierren los ojos e imaginen tres cuartos de la plana del vetusto diario ocupada por una viñeta de Mingote que muestra a la Justicia derribada entre cascotes. Cuarenta años tuvo el gran demócrata para dibujar algo parecido, pero no lo hizo hasta ayer. Bajo el garabato, con la solemnidad reservada a los momentos excepcionales, arrancaba en la portada un editorial titulado "En defensa del Supremo". Pronto se veía que más que defender a algo o a alguien, se trataba de ofender a los que no se resignan a su papel de cautivos y desarmados: "La imposibilidad histórica de deshacer el camino andado obliga a esta izquierda vociferante y crispada a conformarse, que no es poco, con provocar la confrontación civil, la separación de españoles otra vez en bandos y destruir la convivencia social". Desde 1939 a hoy, 71 años de paz.
Tertsch llama otra vez asesino a Carrillo
Eso, en las primeras. En el interior, ración quíntuple, con toda la tropa columnera movilizada, incluídos los tuerceletras de relleno -Edurne Uriarte, Reyes Monforte, Paco Reyero, César Lumbreras y una docena más-, que trataban de imitar a sus mayores con bochornosas redacciones escolares. No le llegan a Hermann Tertsch ni al cinturón del albornoz. Hasta para insultar hay que tener oficio. Vean cómo lo hacía el ínclito en ABC: "La villanía, está claro, tiene ahora su época de gloria. De ahí la apología constante del asesino de Paracuellos, el Katyn español, que se llama Santiago Carrillo, que llevan a cabo los medios oficiales, comprados o cautivos".
No les solivianto más. De hecho, termino -a ver si se ríen- con lo que quiere ser un chiste de César Vidal en La Razón: "En fin, ya lo dice la canción: Me asomo a la ventana y veo a la checa de ayer". ¿Ja o jo?
Comentarios
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