La trama mediática

Bienvenido, Mister Ratzinger

La Carpetovetonia toda está de hinojos exudando albricias por la buena nueva. Decenas de las firmas que alfombran habitualmente esta columna entonan al unísono el Bienvenido Mister Ratzinger con cinco meses de antelación. Bienvenido, y gracias por liderar la lucha contra el Maligno: "Queremos agradecer también al Papa su clarividencia e insistencia sobre el auge del relativismo. Es precisamente ese relativismo la fuente inspiradora de iniciativas contrarias al derecho a la vida, a la familia y a los derechos de los padres como primeros responsables de la educación de sus hijos".

Semper plus ultra, desde La Razón José María Marco añadía una posdata para contextualizar la próxima visita del baranda vaticano a estas tierras paganas: "En el siglo XX nos matamos unos a otros, hoy hemos decidido dejarnos morir. Eso es lo que esta crisis pone sobre la mesa, y el telón de fondo, particularmente agudo en España, de la próxima visita de Benedicto XVI". La propina, en Cope, emisora oficial del evento, cuyo editorialista voceaba: "Resulta indudable hoy para cualquiera, la enorme talla humana e intelectual de este Papa, pero ninguna virtud hay comparable en él a la transparencia con la que muestra a Cristo en cada gesto y en cada palabra". ¿No era un pecado la idolatría?

Víctimas y memoria

No, no lo es. Se lleva la exageración. "La Democracia honra por fin la memoria histórica de sus víctimas", se ponía solemne ABC en su primera página para dar lustre al homenaje del pasado domingo en el Congreso a quienes han padecido en sus carnes el terrorismo. Cualquier lector despistado de El Mundo pudo pensar que el acto fue un fiasco al ver este titular en sus páginas interiores: "Sólo Patxi López acudió al homenaje". Y debajo, el tirón de orejas para los que hicieron novillos: "Faltó el resto de presidentes autonómicos, Manuel Chaves y cuatro ministros".

Libertad Digital se maliciaba la existencia de un gato encerrado en el reconocimiento. "Para lo que no deben de servir ni los homenajes, ni las palabras de reconocimiento ni las indemnizaciones a las víctimas es para encubrir vías de apaciguamiento que, al margen del estado de derecho, traten de restablecer el diálogo con ETA y su entorno", escribía el suspicaz editorialista. Su jefe, Jiménez Losantos, remataba en El Mundo: "Queda por investigar en la España de hoy un atentado político de salvajismo sólo superado por su silenciamiento: el 11-M". Y dale.

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