La trama mediática

Ex candidato de la derecha

El señor azul se lo dio, el señor azul se lo quitó. Tras su periodo de engorde en las cochiqueras diestras, las nodrizas que lo amamantaron repudian a Tomás Gómez. "Gómez es por tanto ya el Zapatero del futuro. Osado, sectario, izquierdista", retrataba Hermann Tertsch en ABC al hasta anteayer sobrino político adoptivo. En las mismás páginas del vetusto, un tocayo, Tomás Cuesta, remataba la faena: "Gómez, en cualquier caso, se ha ganado el derecho a estrellarse en «prime-time», en crudo y en directo. Podrá lucir su estampa de majo de arrabal en la alta madrugada de la teleindigencia. Se jactará de ser un tipo del montón, un 'hombre corriente', e intentará ocultar el rictus de la vulgaridad flagrante tras una veladura de presunta llaneza.

Ya no es el "candidato de la derecha", sino el seguro perdedor de la izquierda. "Aguirre barre a Gómez", galleaba La Razón blandiendo una de las habituales encuestas de mesa-camilla de NC Report. Una foto de la lideresa y patrona luciendo un ejemplar del periódico ilustraba la profecía. En el interior, rijoso incorregible, Alfonso Ussía tenía un anatómico recuerdo para Trinidad Jiménez: "Gómez y los suyos le habían propinado en su trasero respingón, aquel que fuera en su juventud como un melocotón temprano, una patada dirigida a Zapatero".

Sostres, verderón

Todavía más soez, Salvador Sostres, caballito blanco de El Mundo, colaba gratuitamente este regalo en su parrafada sobre las primarias: "Hace algunas noches, llegando al Ritz, un chapero me gritó: Calvo, te la chupo por 30 euros". Y remataba: "Histórico. Como Tomás y su gente". Inmutable ante el exabrupto, a una páginas, Luis María Anson recitaba sus versos favoritos: "Elecciones anticipadas, ya. Hay que esperar a que se celebren las catalanas y convocar por ética democrática las generales para febrero o marzo". Las lleva pidiendo desde que comenzó la legislatura.

Como recordaba el insistente académico, antes se celebrarán las catalanas, y nos harán ver cosas curiosas. De la noche a la mañana, la esperanza de Capetovetonia se llama CiU. Por supuesto, de la mano del PP, como soñaba en voz alta el editorialista de ABC: "Si, como subrayan las encuestas, el derrumbe del PSC en Cataluña lleva aparejado un notable incremento de CiU, pero insuficiente para asegurarse la mayoría en el Parlamento catalán, el PP puede convertirse en instrumento decisivo para el cambio político". Estén muy atentos a esa liebre.

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