La trama mediática

Súper Mariano y los sediciosos

Está encantado El Mundo con el Estado de Alarma, que da para titulares de lo más peliculeros. "El Gobierno sólo podrá castigar a los cabecillas de la sedición", anunciaba con escándalo en primera, para poder regodearse un poco más en el editorial, donde pedía: "Que tengan su castigo todos los sediciosos". Bajo esa denominación, al husmeador de ácido úrico Salvador Sostres le caben los controladores aéreos y, aprovechando el río revuelto, cualquier descamisado que ose levantar el dedo contra el patrono: "El derecho de huelga no tiene ningún sentido en una democracia perfectamente instalada en un Estado constitucional", pontificaba el columnero de las hormonas indomables.

Lo divertido va a ser cuando Carlos Rodríguez Braun termine su novela y nos cuente con pelos y señales que todo el guirigay del aire ha sido un apaño. Para que nos fuéramos cayendo del guindo, nos adelantaba las líneas argumentales en La Razón: "El gato encerrado estribaba en una provocación calculada, un Smiley que sacrifica la primavera argentina para estar aquí, aunque no en primera fila, porque habría sido excesivamente descarado". Ya.

El serial promete, aunque le fastidia a su periódico la tesis de que el gran desfacedor del entuerto aeroportuario ha sido Súper Mariano, mantra que volvía a aventar en su editorial: "Por lo demás, conviene subrayar la impecable contribución de Mariano Rajoy, recibido ayer a las puertas del Congreso con gritos de 'presidente', a la resolución de la crisis creada por el chantaje de los controladores".

La Constitución

El tal recibimiento fervoroso tuvo lugar en los previos a la conmemoración oficial del aniversario de la Constitución. Según dejaba ver en su diaria soflama de La Gaceta, Carlos Dávila no está para muchas celebraciones: "En estos 32 años los nacionalistas -ya confesamente separatistas- han sido muy listos, mientras los españoles hemos sido estúpidamente imbéciles: ellos han ido desflecando la Constitución, mientras nosotros, siempre acomplejados, siempre pusilánimes no fuera a ser que nos llamaran franquistas, no la hemos protegido".

Al quite, el editorialista de Cope encontraba el remedio. Quítese lo que sobre: "Hay que desdramatizar una reforma del texto, sobre todo en lo que se refiere al Título VIII, en el que se precisa el modelo territorial. La definición que se hace del Estado autonómico ha quedado absolutamente superada". No dice si por exceso o por defecto.

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