La trama mediática

Ussía es nombre de premio

Qué noche la de aquel día -lunes, para más señas- en que La Razón se bañó en sus propios jugos lixiviados y repartió, dando verdaderos motivos para prorrogar el Estado de Alarma, los Premios Alfonso Ussía. "La victoria del esfuerzo, la bondad y la inteligencia", titulaba con autocomplacencia ayer. Vestido de palafranero, el editorialista se hacía lenguas del sentido de los galardones: "Reivindican valores que deberían formar parte de los pilares de nuestra sociedad, como el sacrificio, el esfuerzo, la tenacidad a la hora de asumir determinados objetivos, la generosidad y el talento puesto al servicio del bien común". Y llevan el nombre del campeón mundial del insulto. Curioso.

En hábil contraprogramación, ABC sacaba en procesión el dedo incorrupto de José María Aznar, que en una abigarrada columna se preguntaba "¿Qué le pasa a España?" Discípulo aventajado de Juan Palomo, contestaba él en persona y, por el mismo precio, ofrecía la receta para que desaparezcan todos los males patrios: "Sólo un nuevo Gobierno puede recuperar la credibilidad, y eso pasa por unas elecciones generales. Un nuevo Gobierno podría animar al pueblo español a emprender un gran proyecto nacional de recuperación, regeneración y reforma de la nación". ¿A que no se lo esperaban?

Fijación rubalcávica

Las obsesiones son así. Fíjense en Pedro Jota, que ve en cualquier mancha de tinta el rostro del Maligno, al que ayer volvía a dedicar media primera de El Mundo bajo este titular: "Rubalcaba hasta en las uvas". El supernotición que justificaba ese despliegue era la parodia del vicepresidente que hará TVE en su especial de fin de año. Miren cómo se contaba: "La misma barba, el mismo movimiento de cabeza, el mismo gesto con las manos, la misma mirada inquisitiva y el mismo tono displicente que protagonizan de manera omnipresente la vida pública española desde el mes de octubre serán las grandes estrellas del programa especial de fin de año que prepara Televisión Española". Para hacérselo mirar.

Y lo del editorialista de Cope, ídem de lienzo. Vean su penúltima revelación: "No son violentas revoluciones, ni grandes promesas las que cambian el mundo, sino la luz silenciosa de la verdad, la bondad de Dios que es el signo de Su presencia y que nos da la certeza de que no somos productos de la causalidad, sino criaturas nacidas de una voluntad de amor". La pieza se titulaba "Sólo Dios cambia el mundo". ¿Sólo los atletas se dopan?

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